Sin embargo —o la infatuación me engaña, cosa que no creo—, había encontrado el camino de salvación. Y con toda la debilidad que había en mí, aquella persona[31] sabía atarme a una disciplina, a un sacrificio, con el simple don de sí misma. Y no creo que ésta fuese la virtud de Pierino, porque el don de ella me elevaba a la intuición de nuevos deberes, los corporeizaba ante mí. Porque abandonado a mí mismo, he tenido la experiencia, estoy seguro de no cumplirlos. Hecho un destino y una carne con ella, lo habría conseguido, estoy igual de seguro de ello. También por mi misma vileza: habría sido un imperativo a mi lado.
En cambio, ¡lo que ha hecho! Quizá ella no lo sabe, o si lo sabe no le importa. Y es justo, porque ella es ella y tiene su pasado que determina su porvenir