X… tenía por cierto «rasgos de carácter» por los cuales no era difícil de clasificar (era «indiscreto», «astuto», «perezoso», etc.), pero en dos o tres ocasiones me había sido posible leer en sus ojos una expresión de tal inocencia (no hay otra palabra) que me obstinaba, sucediera lo que sucediese, en ponerlo, de algún modo, aparte de sí mismo, fuera de su propio carácter.
por el mismo "amor" que sentimos, todas las características cobran un sentido, se minimizan, ya no es tan malo, todo esta justificado por ese destello en el otro que lo vuelve comprensible.