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Libros
Franz Kafka

La Metamorfosis

Durante el otoño de 1912, en Praga, escribió Franz Kafka (1883–1924) La metamorfosis, la peripecia subterránea y literal de Gregor Samsa, un viajante de comercio que al despertarse una mañana «de un sueño lleno de pesadillas se encontró en su cama convertido en un bicho enorme». En pocos libros de Kafka queda tan explícito y tan nítido su mundo como en La metamorfosis, en la que el protagonista, convertido en bestia, sumido en la más absoluta incomunicación, se ve reducido cruelmente a la nada y arrastrado inexorablemente a la muerte. Otros escritos de Kafka desarrollan rigurosas variaciones paralelas, desmenuzan inexorables pesadillas, asignan obsesiones enigmáticas a personajes desorientados y vencidos, pero tal vez sea La metamorfosis la narración que mejor expresa al “hombre primordial kafkiano”. De ahí que merezca la calificación unánime de obra perfecta y obra maestra, un texto decididamente superior en el panorama de la literatura universal del siglo XX.
105 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2009
Año de publicación
2009
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Opiniones

  • Laura Salgadocompartió su opiniónhace 4 años
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    🚀Adictivo
    🐼Adorable

    Bastante bueno, ampliamente recomendado. Un tema bastante original y bien desarrollado.

  • Martha Camargocompartió su opiniónhace 3 años
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    🔮Profundo

  • Mane Manecompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó
    💀Espeluznante
    🚀Adictivo

Citas

  • José Ramón Isiordia Trejocompartió una citahace 3 años
    De modo que tiene uno que limitarse a intentar hacer lo mejor dentro de lo posible, ya que lo óptimo le está vedado».
  • José Ramón Isiordia Trejocompartió una citahace 3 años
    «No es nada fácil, para un corazón humano, resistir la tristeza que produce el escribir mal y la dicha que produce el escribir bien».
  • Diego Ospinacompartió una citahace 3 años
    ¿Por qué estaba Gregor condenado a trabajar para una empresa donde el menor descuido levantaba unos recelos terribles? ¿Es que todos los empleados, sin excepción, eran unos indeseables? ¿Es que no había entre ellos ningún hombre leal y consagrado al oficio, que por el simple hecho de no dedicar al almacén algunas horas de la mañana, se volviera loco de remordimientos, no estando, además, en condiciones de levantarse de la cama?

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