Gracias a Drácula nació el turismo vampírico. Hay agencias de viajes que organizan viajes temáticos de terror a Rumanía, que desde la publicación de Drácula se considera el país de los vampiros por antonomasia. Allí, el amante de los vampiros se puede alojar en el hotel Drácula, en el desfiladero del Borgo, donde se desarrolla una parte de la historia.