El feminismo se rebela contra el hecho de que por nacer mujer se haya de asumir la identidad de género: esto es, una forma de vivir, de comportarse, de hablar, de presentaciones corporales que remiten a patrones de feminidad. Sin embargo, a los defensores de la identidad de género en nada les afecta la brocha gorda de las definiciones dadas, ya que su pretensión es otra: presentar un nuevo mapa de adscripción social de las personas. Así, en su nueva visión impositiva relativa a las personas “cis” significa conformidad y “trans” ruptura. Tal simpleza valorativa sirve, sin embargo, para afirmar que las personas “cis” sienten apego a las normas y la institucionalidad médica, jurídica y social, y las personas “trans”, por el contrario, se proyectan en la subjetividad.