Hasta ahora, el papel más claro desempeñado por las masas ha consistido en las grandes destrucciones de civilizaciones envejecidas. La historia enseña que en el momento en el que las fuerzas morales, armazón de una sociedad, han dejado de actuar, la disolución final es efectuada por estas multitudes inconscientes y brutales, calificadas justamente de bárbaras. Las civilizaciones han sido creadas y han estado guiadas, hasta ahora, por una reducida aristocracia intelectual, jamás por las masas que no tienen poder más que para destruir. Su dominio representa siempre una fase de desorden. Una civilización implica reglas fijas, una disciplina, el tránsito desde lo instintivo hasta lo racional, la previsión del porvenir, un grado elevado de cultura, condiciones totalmente inaccesibles a las masas, abandonadas a sí mismas.