La hija de Carlos V. Antonio Mira de Amescua
Fragmento de la obra
Jornada primera
(Salen don Diego y el Condestable.)
Diego: ¡Notable sentimiento!
Condestable: ¡Es en Castilla
el amor de sus reyes tan notable!
Diego: Su lealtad y su celo maravilla.
Condestable: Y es el César también príncipe amable;
con clemencia engrandece lo que humilla.
Diego: Es porque tiene en vos gran condestable.
Condestable: Señor don Diego de los Cobos, eso gana en tanta prudencia tanto seso.
Diego: Tres pedazos del alma se dividen
hoy en Juana, en Felipe y en María,
que de los orbes la distancia miden,
pasando a diferente monarquía.
Condestable: Los negocios de Italia al César piden,
donde hoy se parte a Portugal y a Hungría
Juana y María, con la misma priesa
donde una es Reina ya y otra princesa.
Diego: Felipe se nos queda, que Dios guarde,
en el gobierno solo.
Condestable: Sí, que ha hecho
de su prudencia y su valor alarde.
Diego: Postra el valor a su invencible pecho,
que si la sangre en las entrañas arde,
es forzoso el sentir.
Condestable: En él sospecho
que es bronce el corazón.
Diego: Mucho de él tiene
quien le resiste tanto.
Condestable: El César viene.
(Sale [el Emperador], Carlos V.)
Emperador: Don Diego de los Cobos, Condestable,
ya el plazo se llegó, ya llegó el día
en que el gozo mayor el alma entabla;
triunfan Bohemia, Portugal y Hungría.
¿Qué es aquesto?
(Pónese el Condestable el pañuelo en los ojos.)
Condestable: Señor, es tan notable
el común sentimiento.