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Petra Hartlieb

Invierno en Viena

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Un librero, una lectora, un escritor… y una mágica ciudad bajo la nieve.

Una deliciosa e inolvidable historia para todos los que amamos los libros por la autora de Mi maravillosa librería.

Viena, primeros años del siglo XX. Marie trabaja como niñera para la respetable familia del doctor Arthur Schnitzler, el famoso autor de La señorita Else. Cuando el señor de la casa la envía a recoger un pedido en su librería habitual, Marie vuelve con las manos vacías y empapada por la nieve: los libros no han llegado aún pero Oskar, el librero, se los acercará en persona en cuanto los reciba. Esa misma tarde toca el timbre de la mansión de la Sternwartestrasse con el paquete bajo el brazo, y lleva además una sorpresa para Marie: un volumen de Rilke que, junto con unos hermosos versos, guarda entre sus páginas una breve nota para la joven. A Oskar le gustaría verla una vez más…

Como una encantadora versión de 84, Charing Cross Road narrada por Charles Dickens, Invierno en Viena es un delicioso y cautivador cuento de navidad, una evocadora historia sobre el poder de la letra impresa, el placer de la lectura y el lugar que los libros y las librerías ocupan en nuestras vidas y en nuestros corazones.
Este libro no está disponible por el momento.
135 páginas impresas
Publicación original
2017
Año de publicación
2017
Editorial
Siruela
Traductor
Richard Gross
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Opiniones

  • Diana Avilescompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó

    Suena interesante

  • Rachel Folkcompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó
    🐼Adorable

  • Dianela Villicaña Denacompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó
    🐼Adorable

Citas

  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Buenas tardes le dé Dios. Aquí estoy.
    —Buenas tardes. Me alegro mucho.
    A Oskar aquel impetuoso «buenas tardes le dé Dios» casi le dio risa. Nunca había empleado esa fórmula de saludo, que en Viena tenía una inmediata connotación política: los conservadores saludaban invocando a Dios, mientras que los socialistas deseaban los buenos días. Era otra señal de que la muchacha provenía del campo. Le tendió la mano, que ella estrechó después de una breve vacilación, luego permanecieron un rato en la angosta acera sin saber muy bien qué hacer
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    Fue ella quien lo conoció a él. Era su paciente. Dicen que la suya fue una persecución en toda regla.
    —¿Y después?
    —Después... ella se quedó en estado y nació Heini. Pero él no se casó sino cuando el chico ya andaba. Así que, hija, paséate con tu librero y ten cuidado. Una muchacha como tú con un niño ilegítimo no tendría un final feliz
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 2 años
    En la casa paterna de Marie nunca se habían producido disputas de esa índole. El padre y la madre vivían más o menos encerrados en un silencio distante, unidos exclusivamente por el trabajo, que parecía inacabable. Y cuando había pelea, era el padre quien se exacerbaba y vociferaba dando puñetazos en la mesa, en tanto que la madre aguantaba el chaparrón. Nadie se habría atrevido a llevarle la contraria a él, pues lo hubiera molido a palos. Solo en una ocasión (Marie se acordaba perfectamente porque era Nochebuena), cuando ella tenía ocho años, la madre levantó la voz para defenderse. Quiso explicar al padre por qué había metido en la estufa más leña de la habitual, pero no pudo terminar su frase porque ya fue a parar contra el tubo del fogón. Después, el padre se acostó sin pronunciar palabra. La cicatriz en la mejilla de la madre siguió luciendo con un brillo rojo durante muchos años, una reminiscencia de aquella Nochebuena

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