Me da la impresión de que cada quien sabía cuál era su sitio y lo ocupaba, sin ambicionar tanto y sin complicarse.
Ahora hay mucha dispersión. Nadie sabe adonde pertenece ni qué debe hacer. Ni qué quiere exactamente, ni hacia dónde se dirige o dónde debe situarse. Todos vagamos con desespero detrás del dinero. Hacemos cualquier cosa por un poco de dinero y de ahí saltamos a otra y a otra. En definitiva, lo que hemos logrado es una gran revoltura de gente apaleándose unos a otros.