Mujeres que se visten o se desnudan a voluntad sin obedecer a ninguna imposición política o religiosa, que van y vienen por las rutas y las calles, que son con total legalidad solteras, casadas, viudas o divorciadas, heterosexuales, homosexuales, bisexuales o transgénero, madres o no, instruidas en todas las formas de la cultura, que disponen de un ingreso igual al de los varones en todos los niveles de empleo, que practican una sexualidad libre y protegida de los riesgos de embarazos no deseados, que acceden a puestos de responsabilidad social y política: esa sería la «utopía del feminismo».