En la vida cotidiana somos meros discos fonográficos repetidores de frases que hemos aprendido; en lo religioso somos autómatas que siguen mecánicamente al sacerdote; en lo económico y social estamos atados, sofocados por las influencias ambientales. ¿Hay para nosotros liberación en alguno de esos aspectos? Obviamente no, y donde no hay liberación, tiene que haber frustración.