Friedrich Nietzsche

El crepúsculo de los ídolos

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En el último periodo de vida lúcida, Nietzsche resume su lucha contra las falsas concepciones que conforman la tradición de la filosofía, la moral y la religión de Occidente. Para llevar a cabo tal ataque, el filósofo decide auscultar aquellos ídolos que han aparecido a lo largo de esta tradición como valores supremos que guían y regular un tipo de comportamiento que se corresponde con un modo de vida. Esos ídolos, cuando se les toca con el martillo, suena a hueco, no son nada más que fuegos fatuos que el propio hombre ha introducido en la realidad y que se desvanecen ante la sola mirada atenta de quien los contempla con atención y sensatez. El crepúsculo de los ídolos es el ocaso de los grandes valores «eternos» que han dominado una civilización y una forma de vida, un ocaso que tal vez preceda a una nueva aurora llena de promesas, a un cambio de todos los valores.
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135 páginas impresas
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Opiniones

  • José Ricardo Ticante Ramírezcompartió su opiniónhace 5 años
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    🔮Profundo

Citas

  • Alancompartió una citahace 2 años
    40

    ¿Eres uno que se limita a mirar?, ¿o que interviene?, ¿o que mira para otro lado, o que se aparta?… Tercera cuestión de conciencia.
  • Alancompartió una citahace 2 años
    De lo que mejor se descansa en la naturaleza salvaje de uno mismo es de la contranaturaleza, de la espiritualidad de uno mismo…

    En el instinto

  • Alancompartió una citahace 2 años
    El decir sí a la vida incluso en sus problemas más extraños y más duros; la voluntad de vivir, que en el sacrificio de sus más altos tipos se alegra de su propia inagotabilidad: a esto es a lo que yo llamaba dionisíaco, esto es lo que adiviné como el puente hacia la psicología del poeta trágico. No para librarse del horror y la compasión, no para purificarse de una emoción peligrosa mediante su descarga vehemente —así lo comprendía Aristóteles—: Sino, por encima del horror y la compasión, para ser el eterno placer del devenir mismo, aquel placer que encierra además en sí mismo el placer por aniquilar… Y con ello vuelvo a tocar el punto del que otrora partí —el Nacimiento de la tragedia fue mi primera transvaloración de todos los valores—, con ello vuelvo al ponerme en el suelo del que surge mi querer, mi poder: yo, el último discípulo del filósofo Dioniso, yo, el maestro del eterno retorno…

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