Aron Lincoln no tenía la intención de asumir el rol de padre. Y mucho menos a los catorce años. Su papel era ser el hermano mayor, uno del que su hermanito pudiera aprender, tal vez hasta admirar. Se suponía que no era él quien debía proteger a su hermano. Pero cuando su papá se fue y su mamá eligió dejarlos de lado, Aron no tuvo otra opción. Ese día hizo una promesa, protegería a su hermano, a costa de lo que fuera. Y Aron nunca faltaba a su palabra.