Peluquería y letras

En la literatura siempre es así, escribes de una cosa aunque en realidad estás hablando de otra

¿acaso aquel no era el verdadero triunfo del capitalismo, instrumentalizar la indignación y transformarla en productos de consumo que apaciguaran la mala conciencia de los lectores?

Me puse a pensar en por qué querría escribir, era algo en lo que reflexionaba a menudo, en por qué tanta gente tan heterogénea, tan alejada aparentemente de la literatura, creía que quería escribir. El deseo de escribir, qué impulso más irracional, como el amor, e igualmente, como en la consumación del amor, al escribir el resultado era casi siempre una decepción, aquello que se intuía resultaba imposible de plasmar; cuando mucho, la búsqueda devenía hallazgo, un estilo que terminaba por convertirse en fórmula, saciedad, repetición, literatura convencional, complaciente consigo misma, como el amor pequeñoburgués; quizá en el fondo el único amor genuino por la literatura fuera el que mantenía el deseo de escribir sin consumarlo, quizá la verdadera prueba de amor por la literatura fuera negarse a escribir, elegir permanecer enamorado de la literatura antes que convertirse en escritor.

Siempre me incomodó hablar durante el lavado de cabello, con la sensación de la tortícolis inminente, los dientes expuestos de forma impúdic

mi educación católica, por mucho que luchara contra ella, me mantenía en guardia permanente contra la inutilidad –siempre me he sentido culpable de desperdiciar el tiemp

Puse el punto final, dejé la pluma al lado, cerré el cuaderno como si cerrara detrás de mí la puerta al entrar a casa. Levanté la cabeza y les sonreí

Es grasa –respondí–, grasa de fritanga, de garnachas, esos pólipos los fui formando durante años de comer en la calle en México

Les expliqué que era un pólipo bastante singular, que tenía una concentración altísima de sodio y capsaicina, que era la primera vez que se detectaba un pólipo así en Cataluña, que mi gastroenterólogo iba a escribir un artículo para la revista de la Sociedad Europea de Gastroenterología

No estaba orgulloso, pero esa perla era mía, había salido de adentro de mí, yo la había fabricado con mi apetito, estaba hecha de hambre, de deseo, era una idea y al mismo tiempo su forma, la forma de una idea, una idea de la forma; era esférica, no tenía principio ni fin, no era perfecta ni aspiraba a serlo, pero era maleable, podía ir tomando diferentes aspectos si yo me aplicaba sobre ella, trabajándola a conciencia, puliéndola o deformándola

O sea que el libro en realidad se trata de que tenías miedo de morir –dijo el adolescente