También había en el jardín un hito de piedra blanca con una argolla y una cadena negra que arrastraba por el suelo. En medio, había un pequeño estanque redondo con un surtidor, cuya varita de agua subía y se agitaba tan sólo en las noches de tormenta cálida y seca, y mataba las libélulas y los insectos que el viento traía de los ríos y los lagos que había secado