Libros
Siri Loku

Los Bandidez

  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Bueno, pues nada, adiós a todos. Que tengáis un invierno corto. Nos vemos el uno de junio del próximo año.
    Entonces apreté al botón de play y bajé de la furgoneta
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    según el contrato que hemos firmado mutuamente, el uno de junio del próximo año vais a volver a esta misma plaza de aparcamiento para robarme. Así que ¿habéis entendido todos el plan con sus detalles?
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Kaarlo Bandídez sollozó. Entonces todos sollozaron, uno abiertamente en un pañuelo, otro mirando por la ventana a la manera de Hele, haciéndose los valientes
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    ninguno de nosotros quiere que te vayas aunque todos estamos aquí disimulando, tan superbandidos nosotros
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Por supuesto que la bandidofurgona más temida de Finlandia te va a llevar hasta tu casa —contestó Kaarlo el Feroz—. Ése era el trato, ¿no? Además, que siento curiosidad. Si Kalle empieza la escuela el miércoles, entonces es nuestra última oportunidad de ser bandidos de verdad
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Lo que deseaba llevarme conmigo eran los recuerdos que había reunido en el transcurso del tiempo. Mi libreta, que entretanto estaba estropeada del viaje y casi llena. El cuchillo regalo de Kaija. El programa de la fiesta de verano de los bandidos. El palillo que guardé la primera noche junto a la hoguera, cuando aún creía que me liberarían en unos días
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Cariño, nadie te lo está impidiendo —comentó Kaija—. Cuando una mujer ha de irse, pues se va
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Su voz se ahogó por completo y las lágrimas empezaron a correrle por las mejillas. Hilda se levantó de la mesa y le entregó una toallita con la que se enjugó las lágrimas, pero eran tantas que un pañuelo normal se hubiese transformado en un trapo húmedo. Después de secarse los ojos, se sonó con verdaderas ganas y le devolvió la toalla a Hilda
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    ¿Tiene Hele razón? —quiso saber Kaarlo el Feroz—. Pero qué tonto soy… Pero si ella siempre tiene razón. ¿Entonces te vas hoy?
    Su voz sonaba diminuta y emocionada y atascada por las lágrimas. Me conmovió enormemente que demostrara lo mucho que yo le importaba. Asentí con la cabeza
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    A principios de verano, las cosas desagradables no se podían tratar a la mesa. El recuerdo del primer desayuno al aire libre me provocó una abrasadora nostalgia. Sentí que desde aquel día de junio habían pasado años
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)