Solomon Northup

Doce Años De Esclavitud

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«Un libro tan importante como el Diario de Ana Frank, pero publicado casi cien años antes.»
Steve McQueen
«Solo puedo hablar de la esclavitud en la medida en que la he observado yo mismo, en que la he conocido y experimentado en mi propia persona.»
El mejor testimonio sobre la época más sombría de la historia estadounidense son las desgarradoras memorias de Solomon Northup, un afroamericano nacido como hombre libre en Nueva York. Las escribió después de haber pasado doce años esclavizado en varias plantaciones de Luisiana. Corría el año 1841 cuando fue engañado, secuestrado y vendido. Desapareció sin dejar rastro.
Su relato es sobrecogedor y su punto de vista, inusual, pues Northup conoció de primera mano qué significaba ser un hombre libre y ser víctima de la esclavitud. Su valioso libro ha perdurado por ser una crónica sobre el mal y el lado oscuro del ser humano, pero nos lega asimismo un bello tratado acerca de la amistad y de la superación.

Este libro no está disponible por el momento.
304 páginas impresas
Publicación original
2020
Año de publicación
2020
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Opiniones

  • b8163139242compartió su opiniónhace 7 años
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    🎯Justo en el blanco
    💧Prepárate para llorar

    Hermoso libro...un viaje al oscuro pasado

Citas

  • b8163139242compartió una citahace 7 años
    El martes 4 de enero, Epps y su abogado, el honorable H. Taylor, Northup, Waddill, el juez, el sheriff de Avoyelles y yo nos reunimos en una sala del pueblo de Marksville. El señor Northup expuso los hechos en mi nombre y presentó el memorial y las declaraciones juradas que lo acompañaban. El sheriff describió la escena en el campo de algodón. Yo también fui extensamente interrogado. Al final, el señor Taylor aseguró a su cliente que había tenido suficiente y que nuevos litigios no solo serían caros sino del todo innecesarios. Siguiendo su consejo, se redactó un documento firmado por las partes y en el cual Epps reconocía que aceptaba mi derecho a la libertad y me entregaba oficialmente a las autoridades de Nueva York. También se acordó que se anotaría en la oficina de registros de Avoyelles
  • b8163139242compartió una citahace 7 años
    De regreso al carruaje, Patsey salió de detrás de una cabaña y me echó los brazos al cuello.
    —¡Platt! —gritó con lágrimas que le corrían por las mejillas—, vas a quedar libre, te marchas lejos, donde nunca volveremos a verte. Me has librado de un montón de latigazos, Platt; me alegro de que vayas a ser libre, pero, Dios mío, Dios mío, ¿qué va a ser de mí?
    Me desasí de ella y subí al carruaje. El cochero restalló su látigo y nos fuimos. Miré hacia atrás y vi a Patsey, con la cabeza caída, medio reclinada en el suelo; la señora Epps seguía en el patio; el tío Abram, Bob, Wiley y la tía Phebe permanecían en la puerta mirándome. Los saludé con la mano, pero el carruaje tomó una curva en el pantano y los ocultó de mi vista para siempre.
  • b8163139242compartió una citahace 7 años
    Le obedecí y, caminando entre el sheriff y él, nos dirigimos a la casa grande. Hasta que no hubimos recorrido cierta distancia no recobré la voz lo suficiente como para preguntar si en mi familia estaban todos vivos. Él me informó de que había visto a Anne, Margaret y Elisabeth poco tiempo antes; que Alonzo seguía vivo y que todos estaban bien. Sin embargo, no volvería a ver a mi madre. Según me iba recobrando parcialmente de la súbita y gran emoción que me anegó, me sentía tan débil y ligero que a duras penas si podía caminar. El sheriff me tomó del brazo y me ayudó porque de lo contrario me habría derrumbado

En las estanterías

  • Salomé Salcedo
    Coffee
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