Gonzalo Lizardo

Corazón de mierda

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Desde una vejez apacible y desde su voz se teje una historia de orfandad, crimen, desamor y expiación. Las estaciones comunes al Lazarillo de Tormes, al Periquillo Sarniento y al Candingas, ese diablo sonriente que le presta su nombre al protagonista de esta picaresca. Pero, aunque las estaciones sean las mismas, el paso por una voz las cambia. Al decir, al ir diciendo, su yo, la voz, barriobajera a veces y a veces lírica, siempre sabrosa, se vuelve la verdadera protagonista de esta novela deliciosa.

El Candingas puede derrotar todas las cerraduras y, del mismo modo, la noche que invita a beber con él a su lector para contarle su vida, logra abrir las barreras de la incredulidad. Al mismo tiempo, los episodios de su relato están dispuestos con la minucia necesaria para dibujar a sus personajes con velocidad y precisión, hacernos reír sin cesar y, al final, dejarnos desolados.

Como todo libro que vale la pena, esta novela dice una verdad profunda acerca de una época. En el paso de la década de los cincuenta hasta la inminencia del 68, el espacio reconcentrado de esta narrativa de crimen y cárcel está lleno de videntes y violencias que anticipan lo que estaba por suceder en el afuera todavía optimista.

En "Corazón de mierda" late una de las más profundas tradiciones de la literatura en español, quizá el más antiguo de sus ríos novelísticos. Sus aguas recorren un surco centenario, pero felizmente siguen fecundando las páginas. Hay que saludar aquí la aparición agradecible del más joven de nuestra estirpe de pícaros.
Este libro no está disponible por el momento.
104 páginas impresas
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Ediciones Era
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Opiniones

  • Engelcompartió su opiniónhace 4 años
    🎯Justo en el blanco

Citas

  • Engelcompartió una citahace 4 años
    Yo me dejé besar, pensando que aquél sería nuestro último encuentro. Pues aunque le parezca extraño, yo hablaba en serio cuando le prometí a Pilar no encularme de ella. A esa edad mi único deseo era volverme rico, tener muchos carros y un taller de relojería.
  • Engelcompartió una citahace 4 años
    Después de un atronador silencio, se escuchó un desplumado aleteo entre los pinos y fueron cayendo, uno por uno, trece zopilotes blancos con el buche enrojecido.
  • Engelcompartió una citahace 4 años
    Ninguno de sus mariditos aguantó el mes, para bien de todos, porque habiendo “hombre” en casa se nos ponía en chino la vida: Teresa debía lavar doble tina de ropa, y pobre de mí si me negaba a hacer los mandados o a pedir fiadas las cervezas.

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