Intrigas venecianas, de José María Blanco White, tiene dos personajes clave, Alberto, un joven alemán que llega a Venecia y que tras dilapidar su dinero en el juego y la mala vida se ve envuelto en una trama llena de intrigas; y fray Gregorio, un monje cuyo pasado todos desconocen:
«De su historia, lo que se sabía en el convento era únicamente que, hallándose algunos años antes en Nápoles como soldado en uno de los tercios españoles, se había retirado del mundo tomando el hábito de los conventuales de San Francisco. Inquieto, al parecer, y deseoso de huir de sí propio, había procurado que lo enviasen a Jesuralén, donde estuvo algún tiempo. Llamado otra vez por sus superiores a Europa, hacía como tres o cuatro años que se hallaba en Venecia, donde su retiro y la agitación interna que parecía ser su origen habían crecido visiblemente.»
Ambos personajes son atrapados en una conjura y ambos ignoran el nexo que los une. Solo al final del relato el autor nos revela quiénes son y cómo la vida a trastocado sus destinos hasta el punto de ser víctimas eternas de un mismo enemigo.