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Thich Nhat Hanh

El corazón de las enseñanzas de Buda

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  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    El cuarto elemento de nuestro cuerpo es el aire. La mejor forma de experimentar el elemento aire es hacer la práctica de respirar conscientemente. «Inspirando, sé que estoy inspirando. Espirando, sé que estoy espirando.» Después de decir estas palabras podemos abreviarlas diciendo «Inspirando» cuando inspiramos y «Espirando» cuando espiramos. No intentamos controlar la respiración. Al margen de que la inspiración sea corta o larga, profunda o superficial, respiramos simplemente de manera natural y dirigimos la luz de la atención hacia ella. De ese modo notamos que, en realidad, nuestra respiración se vuelve más lenta y profunda de forma natural. «Inspirando, mi inspiración se ha vuelto profunda. Espirando, mi espiración se ha vuelto lenta.» Ahora podemos practicar «profunda/lenta». No tenemos que esforzarnos. Simplemente se vuelve más profunda y lenta por sí misma, y reconocemos este hecho.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    El tercer método que Buda ofreció para ser consciente del cuerpo en el cuerpo es percibir los elementos que lo componen: tierra, agua, fuego y aire. «Inspirando, veo el elemento tierra en mí. Espirando, sonrío al elemento tierra que hay en mí.» El «elemento tierra» se refiere a las cosas sólidas. Cuando vemos el elemento tierra tanto fuera como dentro de nosotros, descubrimos que en realidad no existe una frontera entre nosotros y el resto del universo. A continuación, reconocemos el elemento agua que hay dentro y fuera de nosotros. «Inspirando, soy consciente del elemento agua en mi cuerpo.» Meditamos sobre el hecho de que nuestro cuerpo se compone de más de un setenta por ciento de agua. Después reconocemos el elemento fuego, que significa el calor, tanto interno como externo a nosotros. Para que la vida pueda existir se necesita calor. Al practicarlo vemos una y otra vez que los elementos que hay dentro y fuera del cuerpo pertenecen a la misma realidad, y dejamos de estar recluidos en nuestro cuerpo. Estamos en todas partes.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    La segunda forma en que Buda nos enseñó a ser conscientes del cuerpo en el cuerpo es reconociendo todas sus partes, desde la coronilla hasta la planta de los pies. Si tenemos el pelo rubio, lo reconocemos y le sonreímos. Si es canoso, lo reconocemos y le sonreímos. Observamos si nuestra frente está relajada o si tiene arrugas. A través de nuestra atención sentimos la nariz, la boca, los brazos, el corazón, los pulmones, la sangre y todo lo demás. Buda describe la práctica de reconocer treinta y dos partes de nuestro cuerpo como si fuéramos un campesino que se dirige al granero, saca un gran saco lleno de judías, cereales y semillas, lo deja en el suelo, lo abre y mientras vierte el contenido reconoce el arroz como arroz, las judías como judías, el sésamo como sésamo, etcétera. De ese modo, reconocemos los ojos como ojos y los pulmones como pulmones. Podemos practicarlo mientras meditamos sentados o mientras estamos tumbados. Escrutar de ese modo nuestro cuerpo con toda atención puede llevarnos media hora. Mientras observas cada parte del cuerpo, sonríeles. El amor e interés de esta meditación pueden realizar la labor de curar.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    El primer fundamento es «ser consciente del cuerpo en el cuerpo». Mucha gente odia su cuerpo, lo considera un obstáculo y quiere maltratarlo. Cuando la hermana Jina, una monja de Plum Village, enseña yoga, empieza siempre diciendo: «Tomemos conciencia de nuestro cuerpo. Al inspirar, sé que vivo en mi cuerpo. Al espirar, le sonrío». Al practicar de ese modo renovamos nuestro conocimiento del cuerpo y hacemos las paces con él. En el Kayagatasati Sutta, Buda ofrece métodos para ayudarnos a conocer qué ocurre en nuestro cuerpo.36 Lo observamos de una forma no dual, permaneciendo totalmente en él aunque lo estemos observando. Empezamos notando todas las posiciones y movimientos del cuerpo. Al sentarnos, sabemos que nos sentamos. Al levantarnos, andar o tendernos, sabemos que nos levantamos, andamos o nos tendemos. Cuando practicamos de ese modo somos conscientes de ello. A esta práctica se la denomina «reconocer simplemente».
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    Los Cuatro Fundamentos de la Atención son la base de nuestro hogar. Sin ellos nuestra casa queda abandonada, nadie la barre, le quita el polvo ni la ordena. Nuestro cuerpo queda sin cuidar, nuestros sentimientos se llenan de sufrimiento y nuestra mente se convierte en un cúmulo de aflicciones. Pero cuando estamos realmente en casa, el cuerpo, la mente y los sentimientos son un lugar de refugio para nosotros y los demás.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    Practicar los Siete Milagros de la Atención nos ayuda a llevar una vida feliz y sana, a transformar el sufrimiento y aportar paz, alegría y libertad.

    En el Sermón sobre los Cuatro Fundamentos de la Atención (Satipatthana Sutta),33 Buda ofrece cuatro objetos para practicar la atención: nuestro cuerpo, nuestras sensaciones, nuestra mente y los objetos de la mente. En muchos países budistas los monjes y las monjas memorizan este sermón, y es el texto que se les lee en el momento en que abandonan esta vida. Es útil leerlo al menos una vez a la semana, junto con el Sermón sobre respirar con plena consciencia34 y el Sermón sobre conocer la mejor manera de vivir solo.35 Quizá te guste conservar estos tres libros sobre la mesilla de noche y llevarlos cuando viajas.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    El Sexto Milagro de la Atención es la comprensión. Cuando comprendemos algo solemos decir: «Ya veo». Observamos algo que no habíamos percibido antes. Ver y comprender nace de nuestro interior. Cuando somos conscientes y sentimos profundamente el momento presente, podemos ver y escuchar con profundidad, y los frutos son siempre la comprensión, la aceptación, el amor y el deseo de aliviar el sufrimiento y aportar alegría. La comprensión es la base del amor. Cuando comprendes a alguien no puedes evitar amarle.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    El Séptimo Milagro de la Atención es la transformación. Cuando practicamos la Atención Correcta, sentimos los elementos curativos y renovadores de la vida y empezamos a transformar nuestro sufrimiento y el del mundo. Deseamos superar un hábito, como el de fumar, para la salud del cuerpo y de la mente. Cuando empezamos a practicar, la energía de nuestro hábito todavía es más fuerte que nuestra atención, de modo que no esperamos poder dejar de fumar de la noche a la mañana. Sólo necesitamos saber que estamos fumando en el momento que lo hacemos. A medida que continuamos la práctica, observando profundamente y viendo los efectos que el fumar tiene sobre el cuerpo, la mente, la familia y la comunidad, tomamos la decisión de dejarlo. No es fácil, pero la práctica de la atención nos ayuda a ver con claridad el deseo y los efectos, y finalmente encontraremos el modo de dejarlo. La sangha también es importante. Un individuo que vino a Plum Village había intentado dejar de fumar durante años sin conseguirlo. En Plum Village dejó de hacerlo desde el primer día porque la energía del grupo era muy fuerte. «Aquí nadie fuma. ¿Por qué yo debería hacerlo?» Podemos tardar años en transformar la energía de algún hábito, pero cuando lo logramos detenemos la rueda del samsara, el vicioso ciclo de sufrimiento y confusión que ha estado en movimiento durante tantas vidas.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    El Quinto Milagro de la Atención es observar profundamente (vipashyana), que además es el segundo aspecto de la meditación. Como estás sereno y concentrado, eres capaz de observar profundamente. Diriges la luz de la consciencia hacia el objeto de tu atención y, a la vez, hacia ti mismo. Observas el objeto de tu atención y ves además el almacén de tu conciencia lleno de preciosas joyas.
  • aντόνιοcompartió una citahace 3 años
    Cuando alguien está a punto de morir, si te sientas a su lado transmitiendo una atmósfera de estabilidad y firmeza, este simple hecho puede ser suficiente para ayudarle a abandonar esta vida en paz. Tu presencia es como un mantra, una palabra sagrada dotada de un efecto transformador. Cuando el cuerpo, el habla y la mente permanecen en perfecta unión, ese mantra ejercerá un efecto incluso antes de pronunciar palabra alguna. El primero de los cuatro milagros de la atención pertenece al primer aspecto de la meditación, shamatha: detener, serenar, descansar y curar. Una vez te has serenado y dejado de dispersarte, tu mente se dirigirá hacia un único punto y estarás preparado para empezar a observarlo todo con profundidad.
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