Lo señorial, sin embargo, es saber que el futuro, mi propio futuro y con él el futuro de las cosas y de los seres humanos circundantes, de alguna manera –aunque todavía sea de una manera pequeña– depende de mi decisión en cada instante. Lo que yo realizo mediante ellas, lo que, conforme a lo dicho, «llevo al mundo», lo convierto en existente en la realidad y lo salvaguardo de lo perecedero.