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Ángeles Mastretta

Mal De Amores

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  • 🌻compartió una citahace 4 años
    yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad. Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres. Te deseo la inteligencia y el ingenio. Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que no envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza. Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos. Te deseo la fe en los augurios, en la voz de los muertos, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede. Amén.
  • aicirtaPcompartió una citahace 2 años
    Se casaría con Zavalza porque sentía sosiego bajo sus ojos y confianza con sus manos, porque la quería por encima de cualquier otra causa y le había sacado de encima la pena continua de querer a Daniel.
  • aicirtaPcompartió una citahace 2 años
    Extrañaba a Daniel en cada esquina, en cada callejón, en el centro de la indiferencia que regía el Paseo de la Reforma, frente a la puerta caída de una iglesia, sentada frente a la mesa de su primer café, hundida en la tina vacía de la casa que la cercaba con su silencio, despierta a media noche con la boca lastimada de tanto morder el brillante de su boda.
  • aicirtaPcompartió una citahace 2 años
    —Tú naciste con luz eléctrica —contestó su padre—. Quién sabe cuántas cosas vas a querer de la vida.
  • Alejandra Arévalocompartió una citahace 5 años
    Los hombres son así desde que nacen —le comentó a su hija Emilia mientras la acomodaba en su cesta—. Quieren todo, pero no lo saben pedir.
  • Alejandra Arévalocompartió una citahace 5 años
    la llamarían Emilia para honrar a Rousseau y hacerla una mujer inteligente.
  • Lavis Ayon Noriegacompartió una citahace 9 años
    Empezaron a preguntarse por una criatura sólo cuando se conocían tan bien uno al otro que con los ojos cerrados él podía evocar la forma y el tamaño preciso de cada una de las pequeñas y limpísimas uñas en que terminaban los pies de su mujer, y ella podía decir con su memoria la exacta distancia entre la boca y la punta de la nariz de su marido, mientras trazaba con su dedo en el aire las curvas de su perfil.
  • Karla Mermaidcompartió una citahace 4 meses
    Tenía veneración por la Emilia que cruzaba su vida como una luz que si fuera permanente terminaría por cegarlo, por el amor que le guardaba entre sus brazos, indeleble y curioso como sólo son los amores al principio, y nada le daba más pánico que la idea de que ese cuerpo lo saciara alguna vez, hasta volverse indeseable. Cuando andaba solo por el mundo, cuando su cama era la tierra bajo un árbol, al acostarse dibujaba en el aire el camino inolvidable de sus cejas y se decía despacio que toda ella era perfecta, armoniosa y bien trazada, como esas líneas. Entonces la deseaba más que nunca, y el deseo lo hacía invulnerable y dichoso. No quería acostumbrarse a saciar ese deseo, no quería que llegara la tarde en que de tanto verla dejara de estremecerlo su estampa.
  • Karla Mermaidcompartió una citahace 4 meses
    yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia. Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad. Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres. Te deseo la inteligencia y el ingenio. Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que no envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza. Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos. Te deseo la fe en los augurios, en la voz de los muertos, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede. A
  • Karla Mermaidcompartió una citahace 4 meses
    Niña que duermes bajo la mirada de Dios, te deseo que no lo pierdas jamás, que vayas por la vida con la paciencia como tu mejor aliada, que conozcas el placer de la generosidad y la paz de los que no esperan nada, que entiendas tus pesares y sepas acompañar los ajenos. Te deseo una mirada limpia, una boca prudente, una nariz comprensiva, unos oídos incapaces de recordar la intriga, unas lágrimas precisas y atemperadas. Te deseo la fe en una vida eterna, y el sosiego que tal fe concede.
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