El término «modernidad» deja de encarnar la realización de los ideales de progreso, igualdad y libertad que lo habían consolidado como horizonte compartido. Los datos empíricos sobre pobreza, violencia y discriminación de todo tipo son elocuentes al respecto. Para abordar lo que de otra manera sería simplemente incongruente, en vez de nuevas epistemologías, sugiero descubrir y describir la racionalidad de los procesos que nos corresponden como parte de la periferia, siguiendo el principio de razón de múltiples racionalidades inscritas en formas de vida complejas y contradictorias entre sí. Un criterio pragmático para seguir ese principio es hablar en lo posible desde y no sobre la periferia. Tal prescripción obliga a suspender el punto de vista de una universalidad dada, para ir descubriendo las categorías de descripción adecuadas al contrapunto irreductible entre la extensión del sistema global y la multiplicidad de los subsistemas sociales y culturales que lo componen en cada época.