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Felisberto Hernández,August Nemo

7 mejores cuentos de Felisberto Hernández

  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    El se diferenciaba de los demás literatos, en que ellos ignoraban los misterios y las casualidades de la vida y la muerte, pero se empecinaban en averiguarlo; en cambio para él no significaba nada haber sabido el por qué de esos misterios y casualidades, si con eso no se evitaba la muerte
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    El tenía pensado no ir a esta clase de espectáculos: le producían una cosa, que sintetizando todo lo que hubiera podido escribir sobre esa cosa, le hubiera llamado vulgarmente miedo
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    y al ratito vino la sobrina y nos dijo que su tía no quería oír música desde la muerte de su esposo -se habían amado hasta llegar a la inocencia
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    Adivino en usted un personaje solitario que se conformaría con la amistad de un árbol.
    Yo pensé que se había afeitado así para que la frente fuera más amplia, y sentí maldad de contestarle:
    -No crea; a un árbol, no podría invitarlo a pasear.
    Los tres nos reímos. Él echó hacia atrás su frente pelada y siguió:
    -Es verdad; el árbol es el amigo que siempre se queda
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    De lo que ya no existe, se habla con indiferencia o con frialdad; pero yo hablo con dolor, porque hablo antes de que deje de existir y sabiendo que dejará de existir: recuérdese cómo lo afirmé
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    empecé a cruzar el comedor haciendo sonar mis pasos; era como si anduviera dentro de un instrumento
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    A pesar de las pequeñas sombras en la cara se veía que aquella mujer era bellísima: parecía haber sido hecha con las manos y después de haberla bosquejado en un papel.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 3 años
    Al poco tiempo yo empecé a disminuir las corridas por el teatro y a enfermarme de silencio. Me hundía en mí mismo como en un pantano. Mis compañeros de trabajo tropezaban conmigo, y yo empecé a ser un estorbo errante
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