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Ray Bradbury

Crónicas marcianas

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  • Guadalupe Francocompartió una citahace 4 meses
    Cuando no se puede tener la realidad, bastan los sueños.
  • Guadalupe Francocompartió una citahace 4 meses
    —No soy nadie; soy sólo yo mismo. Dondequiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impedir.
  • Guadalupe Francocompartió una citahace 6 meses
    oyó a Pikes que recitaba detrás de él en un tono bajo y cadencioso:

    —«Cuando vi que las enormes paredes se hundían, sentí un vértigo… Se oyó un largo ruido tumultuoso, como la voz de innumerables cataratas, y la laguna profunda y oscura que había a mis pies se cerró triste y silenciosamente sobre las ruinas de la casa Usher».
  • Guadalupe Francocompartió una citahace 9 meses
    Y después de construir y bautizar los pueblos, construyeron y bautizaron los cementerios:
  • vladimircompartió una citahace 10 meses
    Dios mío! ¡Qué pesadillas! —Suspiró Tomás, con las manos en el volante, pensando en los cohetes, en las mujeres, en el whisky, en las noticias de Virginia, en la fiesta.

    —¡Qué extraña visión! —Se dijo el marciano, y se alejó rápidamente, pensando en el festival, en los canales, en las barcas, en las mujeres de ojos dorados, y en las canciones.
  • vladimircompartió una citahace 10 meses
    A la tarde siguiente, Parkhill se dedicó a hacer ejercicios de tiro al blanco en una de las ciudades muertas, rompiendo los cristales de las ventanas y volando las puntas de las frágiles torres.

    El capitán lo sorprendió y le hizo saltar los dientes de un puñetazo.
  • Corsair Durdencompartió una citael año pasado
    ¿Recuerda usted lo que pasó en México cuando Cortés y sus magníficos amigos llegaron de España? Toda una civilización destruida por unos voraces y virtuosos fanáticos. La historia nunca perdonará a Cortés.
  • Corsair Durdencompartió una citael año pasado
    —Cuando yo era pequeño mis padres me llevaron a la ciudad de México. Siempre recordaré el comportamiento de mi padre, vulgar y fatuo. A mi madre no le gustaba tampoco aquella gente porque eran morenos y no se bañaban a menudo. Mi hermana ni les hablaba. Sólo a mí me gustaban realmente. Y puedo imaginarme a mi madre y mi padre aquí en Marte haciendo otra vez lo mismo.
  • Andreacompartió una citael año pasado
    El dedo del gobierno señalaba desde letreros a cuatro colores, en innumerables ciudades: HAY TRABAJO PARA USTED EN EL CIELO. ¡VISITE MARTE! Y los hombres se lanzaban al espacio. Al principio sólo unos pocos, unas docenas, porque casi todos se sentían enfermos aun antes que el cohete dejara la Tierra. Y a esta enfermedad la llamaban la soledad, porque cuando uno ve que su casa se reduce hasta tener el tamaño de un puño, de una nuez, de una cabeza de alfiler, y luego desaparece detrás de una estela de fuego, uno siente que nunca ha nacido, que no hay ciudades, que uno no está en ninguna parte, y sólo hay espacio alrededor, sin nada familiar, sólo otros hombres extraños.
  • Guadalupe Francocompartió una citael año pasado
    ¿Qué olor tenía el tiempo? El olor del polvo, los relojes, la gente. ¿Y qué sonido tenía el tiempo? Un sonido de agua en una cueva, y una voz muy triste y unas gotas sucias que caen sobre cajas vacías y un sonido de lluvia. Y aún más, ¿a qué se parecía el tiempo? A la nieve que cae calladamente en una habitación oscura, a una película muda en un cine muy viejo, a cien millones de rostros que descienden como esos globitos de Año Nuevo, que descienden y descienden en la nada. Eso era el tiempo, su sonido, su olor. Y esta noche (y Tomás sacó una mano fuera de la camioneta), esta noche casi se podía tocar el tiempo.
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