Nación Prozac

El sexo rápido y barato no tiene ningún encanto. Mi cuerpo y mi mente son demasiado complejos para eso.

Hace poco leí que el tratamiento de la depresión cuesta en Estados Unidos cerca de cuatro millones y medio de dólares sólo por la productividad que se pierde y por las faltas de asistencia al trabajo. Dicho de otro modo, la depresión es un enorme despilfarro de tiempo y de dinero.

Eso es todo lo que quiero en esta vida: que este dolor obedezca a un propósito.

el Talmud señalaba con sabiduría: «No vemos las cosas como son. Las vemos como nosotros somos.»

De manera muy extraña, me había enamorado de mi depresión. La doctora Sterling tenía razón en ese aspecto. La amaba porque pensaba que era lo único que tenía. Estaba convencida de que la depresión era la parte de mi carácter que me hacía interesante. Me tenía en tan poca estima, notaba que tenía tan poca cosa que ofrecer al mundo en general, que lo único que justificaba mi existencia era mi agonía.

Todas las personas que hayan experimentado una depresión severa tienen su propia historia, triste y terrible, que contar, y tienen que vivir en su propio naufragio.

En estos últimos años, como son demasiadas las personas que han empezado a encajar en tal o cual versión de la amplia categoría de los distímicos, resulta evidente que la depresión ya no es una cuestión privada ni solamente psicológica. Es, de hecho, todo un problema social, alrededor del cual se ha desarrollado una cultura de la depresión.

El 8 de abril de 1994, cuando estaba terminando de escribir este libro, Kurt Cobain se pegó un tiro en la cabeza y apareció muerto en su casa de Seattle. Su suicidio fue rápidamente reducido por gran parte de los medios de comunicación a un ejemplo más de una enfermedad generacional de mayor amplitud, totalmente descontrolada y causante de toda clase de estragos; se hicieron numerosas referencias a «la bala que atravesó a toda una generación».

Me hacía falta un psicólogo que me enseñara cómo vivir en un mundo en el cual, al margen del número de personas que tomen Prozac, la inmensa mayoría no se halla en esa situación, aparte de tener problemas, preocupaciones e intereses que a menudo se hallan más bien reñidos con los míos.

Si una está crónicamente por los suelos, tendrá que librar una batalla de por vida sólo para evitar hundirse del todo.