La segunda operación del niño Juan Peterson se hizo cinco meses después del shunt paliativo. La hipotermia, recordaba Bradford: el chico azul otra vez hundido en hielo, hermoso como un muerto. Recordaba el placer de la sierra contra el esternón, la expresión estúpidamente desdichada de la instrumentadora, había tenido que decirle le estamos salvando la vida, guárdese el radioteatro, y ella había murmurado algo sobre la compasión que casi le había hecho temblar las manos, lo peor para un cirujano