Los muselmann eran reclusos consumidos y emaciados que, al igual que las personas que sufren depresiones agudas, habían caído en una apatía absoluta y ni siquiera eran capaces de distinguir entre el frío físico y las órdenes de los vigilantes. No podemos dejar de sospechar que el animal laborans de la Modernidad tardía, con sus trastornos neuronales, se ha convertido también en un muselmann, aunque con la salvedad de que, a diferencia de los muselmann de los campos de concentración, está bien nutrido y no rara vez es obeso.