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Juan Rulfo

El llano en llamas

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  • Jair Alburquerque Balderascompartió una citahace 4 años
    Oye, Me­li­tón, ¿co­mo cuán­to di­ne­ro nos cos­tó dar­les de co­mer a los acom­pa­ñan­tes del go­ber­na­dor?
  • escamillalourdes7compartió una citahace 5 años
    Era un hom­brón así de gran­de, que has­ta da­ba co­ra­je es­tar jun­to a él y so­pe­sar su fuer­za, aun­que fue­ra con la mi­ra­da. Al ver­lo uno se sen­tía co­mo si a uno lo hu­bie­ran he­cho de ma­la ga­na o con des­per­di­cios. F
  • escamillalourdes7compartió una citahace 5 años
    Dí­ga­me si me guar­da el en­car­go, no quie­ro ir­me sin es­tar se­gu­ro.

    —¿Cuán­tos son?

    —Pos no­más tres ni­ños y dos ni­ñas y la nue­ra que es­tá re­jo­ven.

    —Re­jo­di­da, di­rás.

    —Yo fui su pri­mer ma­ri­do. Era nue­va. Es bue­na. Quié­ra­la, pa­dre.
  • Ronaldo García Pinedacompartió una citahace 5 años
    Un lu­gar mo­ri­bun­do don­de se han muer­to has­ta los pe­rros y ya no hay ni quien le la­dre al si­len­cio; pues en cuan­to uno se acos­tum­bra al ven­da­val que allí so­pla, no se oye si­no el si­len­cio que hay en to­das las so­le­da­des. Y eso aca­ba con uno. Mí­re­me a mí. Con­mi­go aca­bó.
  • Yidan Espinozacompartió una citahace 11 días
    Y Natalia se olvidó de mí desde entonces. Yo sé cómo le brillaban antes los ojos como si fueran charcos alumbrados por la luna. Pero de pronto se destiñeron, se le borró la mirada como si la hubieran revolcado en la tierra. Y pareció no ver ya nada.
  • Yidan Espinozacompartió una citahace 11 días
    La sintió acercándose hasta su boca, escondiéndose entre sus cabellos, pidiéndole, con una voz apenitas, que lo ayudara. Dice que le dijo que ya se había curado por fin; que ya no le molestaba ningún dolor. “Ya puedo estar contigo, Natalia. Ayúdame a estar contigo”, dizque eso le dijo.
  • Yidan Espinozacompartió una citahace 11 días
    Siempre sucedía que la tierra sobre la que dormíamos estaba caliente. Y la carne de Natalia, la esposa de mi hermano Tanilo, se calentaba en seguida con el calor de la tierra. Luego aquellos dos calores juntos quemaban y lo hacían a uno despertar de su sueño. Entonces mis manos iban detrás de ella; iban y venían por encima de ese como rescoldo que era ella; primero suavemente, pero después la apretaban como si quisieran exprimirle la sangre. Así una y otra vez, noche tras noche, hasta que llegaba la madrugada y el viento frío apagaba la lumbre de nuestros cuerpos. Eso hacíamos Natalia y yo a un lado del camino de Talpa
  • Danielcompartió una citahace 2 meses
    Por­que pa­ra mí us­ted ya no es mi hi­jo. He mal­de­ci­do la san­gre que us­ted tie­ne de mí. La par­te que a mí me to­ca­ba la he mal­de­ci­do. He di­cho: “¡Que se le pu­dra en los ri­ño­nes la san­gre que yo le di!”
  • Danielcompartió una citahace 2 meses
    Pe­ro us­té me na­ció. Y us­té te­nía que ha­ber­me en­ca­mi­na­do, no no­más sol­tar­me co­mo ca­ba­llo en­tre las mil­pas
  • Danielcompartió una citahace 2 meses
    Mi­re us­té, és­te es el re­sul­ta­do: nos es­ta­mos mu­rien­do de ham­bre. La nue­ra y los nie­tos y és­te su hi­jo, co­mo quien di­ce to­da su des­cen­den­cia, es­ta­mos ya por pa­rar las pa­tas y caer­nos bien muer­tos. Y el co­ra­je que da es que es de ham­bre. ¿Us­té cree que eso es le­gal y jus­to?
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