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Juan Rulfo

El llano en llamas

  • Jair Alburquerque Balderascompartió una citahace 3 años
    Oye, Me­li­tón, ¿co­mo cuán­to di­ne­ro nos cos­tó dar­les de co­mer a los acom­pa­ñan­tes del go­ber­na­dor?
  • escamillalourdes7compartió una citahace 4 años
    Era un hom­brón así de gran­de, que has­ta da­ba co­ra­je es­tar jun­to a él y so­pe­sar su fuer­za, aun­que fue­ra con la mi­ra­da. Al ver­lo uno se sen­tía co­mo si a uno lo hu­bie­ran he­cho de ma­la ga­na o con des­per­di­cios. F
  • escamillalourdes7compartió una citahace 4 años
    Dí­ga­me si me guar­da el en­car­go, no quie­ro ir­me sin es­tar se­gu­ro.

    —¿Cuán­tos son?

    —Pos no­más tres ni­ños y dos ni­ñas y la nue­ra que es­tá re­jo­ven.

    —Re­jo­di­da, di­rás.

    —Yo fui su pri­mer ma­ri­do. Era nue­va. Es bue­na. Quié­ra­la, pa­dre.
  • Ronaldo García Pinedacompartió una citahace 4 años
    Un lu­gar mo­ri­bun­do don­de se han muer­to has­ta los pe­rros y ya no hay ni quien le la­dre al si­len­cio; pues en cuan­to uno se acos­tum­bra al ven­da­val que allí so­pla, no se oye si­no el si­len­cio que hay en to­das las so­le­da­des. Y eso aca­ba con uno. Mí­re­me a mí. Con­mi­go aca­bó.
  • Leonardo Galicia Rosascompartió una citael mes pasado
    dES­PUÉS DE TAN­TAS ho­ras de ca­mi­nar sin en­con­trar ni una som­bra de ár­bol, ni una se­mi­lla de ár­bol, ni una raíz de na­da, se oye el la­drar de los pe­rros.
    Uno ha creí­do a ve­ces, en me­dio de es­te ca­mi­no sin ori­llas, que na­da ha­bría des­pués; que no se po­dría en­con­trar na­da al otro la­do, al fi­nal de es­ta lla­nu­ra ra­ja­da de grie­tas y de arro­yos se­cos. Pe­ro sí, hay al­go. Hay un pue­blo. Se oye que la­dran los pe­rros y se sien­te en el ai­re el olor del hu­mo, y se sa­bo­rea ese olor de la gen­te co­mo si fue­ra una es­pe­ran­za.
    Pe­ro el pue­blo es­tá to­da­vía muy allá. Es el vien­to el que lo acer­ca.
    He­mos ve­ni­do ca­mi­nan­do des­de el ama­ne­cer. Aho­ri­ta son al­go así co­mo las cua­tro de la tar­de. Al­guien se aso­ma al cie­lo, es­ti­ra los ojos ha­cia don­de es­tá col­ga­do el sol y di­ce:
    —Son co­mo las cua­tro de la tar­de.
    Ese al­guien es Me­li­tón. Jun­to con él, va­mos Faus­ti­no, Es­te­ban y yo. So­mos cua­tro. Yo los cuen­to: dos ade­lan­te, otros dos atrás. Mi­ro más atrás y no veo a na­die. En­ton­ces me di­go: “So­mos cua­tro.” Ha­ce ra­to, co­mo a eso de las on­ce, éra­mos vein­ti­tan­tos; pe­ro pu­ñi­to a pu­ñi­to se han ido des­per­di­gan­do has­ta que­dar na­da más es­te nu­do que so­mos no­so­tros.
    Faus­ti­no di­ce:
    —Pue­de que llue­va.
    To­dos le­van­ta­mos la ca­ra y mi­ra­mos una nu­be ne­gra y pe­sa­da que pa­sa por en­ci­ma de
  • Niice Landacompartió una citael mes pasado
    En­ton­ces me di cuen­ta de que me fal­ta­ba al­go. Co­mo que la vi­da que yo te­nía es­ta­ba ya muy des­per­di­cia­da y no aguan­ta­ba más es­ti­ro­nes. De eso me di cuen­ta.
  • Adriana Granadoscompartió una citahace 4 meses
    An­te es­ta tie­rra que vi­si­té co­mo anó­ni­mo com­pa­ñe­ro de un can­di­da­to a la Pre­si­den­cia, coo­pe­ra­dor om­ní­mo­do de un hom­bre re­pre­sen­ta­ti­vo
  • Adriana Granadoscompartió una citahace 4 meses
    An­te es­ta tie­rra que vi­si­té co­mo anó­ni­mo com­pa­ñe­ro de un can­di­da­to a la Pre­si­den­cia, coo­pe­ra­dor om­ní­mo­do de un hom­bre re­pre­sen­ta­ti­vo
  • Adriana Granadoscompartió una citahace 4 meses
    Y la gen­te aque­lla que pa­re­cía no te­ner lle­na­de­ro. Só­lo me fi­jé que el go­ber­na­dor no se mo­vía de su si­tio; que no es­ti­ra­ba ni la ma­no, si­no que só­lo se co­mía y be­bía lo que le arri­ma­ban;
  • Adriana Granadoscompartió una citahace 4 meses
    pa­rén­te­sis siem­pre fue muy aga­rra­do, “no im­por­ta que es­ta re­cep­ción nos cues­te lo que nos cues­te que pa­ra al­go ha de ser­vir el di­ne­ro
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