Futuro presente

Para artistas como Green, esta aversión a la autoridad de los autores no fue una respuesta a la tecnología en red (que, en 1992, apenas se vislumbraba), sino que resultó de encuentros con la teoría posestructuralista, feminista y poscolonial de la década de 1980, que criticaba la historia lineal como implícitamente patriarcal e imperialista.

Más allá de lo humano, podríamos trazar un concepto de diseño cuya definición no se base en el acto de un individuo soberano que impone forma a un mundo de objetos inerte y pasivo, sino en un proceso mucho más distribuido, colectivo y en red, en el que muchas fuerzas y seres participan con diversos grados de agencia para modelar y ser modelados por los entornos en los que coexisten.

Varias sociedades indígenas no solo reconocen esta naturaleza construida de la selva, sino que expanden los límites de este entorno cultural a la multitud de seres no humanos que lo habitan. Los pueblos amazónicos, como la mayoría de los pueblos no occidentales del mundo, experimentan sus relaciones con el medio ambiente y con otros seres como un continuo dentro del cual los humanos son parte de un vasto espacio social que también incluye a animales, plantas y espíritus.

escribe el ecólogo William Balée, la selva configura un gran archivo arqueológico que “alberga inscripciones, historias y recuerdos en la vegetación viva”.

De la misma manera en que leemos la ciudad como un texto histórico producido por fuerzas sociales codificadas en forma material –capas sobre capas de ruinas que forman un tejido social vivo–, los bosques deben interpretarse a través de la sintaxis de los diseños espaciales. Sin embargo, estas ruinas vivientes no son total ni exclusivamente humanas, ni tampoco solo naturales. Más bien, son el producto de interacciones complejas y de larga data entre colectivos humanos, fuerzas ambientales y la agencia de otras especies, también actores en el proceso histórico de “diseño del bosque”.

La audiencia es un foro que va más allá de la reconstrucción de un proceso de violencia ausente: provee herramientas para navegar una controversia y coordina acciones entre mundos muchas veces distantes entre sí. Allí donde la academia hace la distinción desde la seguridad de las disciplinas autónomas, la audiencia explora la incertidumbre mediante un proceso de intelección común, donde los diferentes actores se arriesgan a traducir esquemas de un campo de experiencia a otro. La audiencia pública es un proceso estético que tiene un agenciamiento jurídico, científico y espacial muy diferente a la proyección participativa o al debate inter pares.

En sus versiones más críticas, el Antropoceno plantea un cuestionamiento del paradigma cultural de la modernidad, basado en una visión instrumental de la naturaleza, funcional a la lógica de expansión del capital. La antropología y la filosofía crítica de las últimas décadas nos recuerdan con insistencia la existencia de otras modalidades de construcción del vínculo con la naturaleza, entre lo humano y lo no humano. No todas las culturas ni todos los tiempos históricos, incluso en Occidente, desarrollaron un enfoque dualista de la naturaleza.

Para estas “ontologías relacionales”, como las denomina Escobar, el territorio y sus lógicas comunales son condición de posibilidad.

la crisis dan cuenta de la exclusión de vastos sectores no contenidos por una globalización capitalista cada vez más excluyente y desigual, así como de la estabilización de un modo de vida consumista, que acelera el metabolismo social del capital (la exigencia de materias primas y de energía).

El giro antropocénico tiene hondas repercusiones filosóficas, éticas y políticas; obliga a repensarnos como anthropos, pero también nos lleva a replantear el vínculo entre sociedad y naturaleza, entre humano y no humano.