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Libros
Slavoj Zizek

Bienvenidos al desierto de lo real

¿Es la guerra contra el terrorismo lanzada por Bush y llevada a cabo implacablemente por la maquinaria bélica estadounidense la respuesta coherente de un análisis racional del mundo contemporáneo, o la expresión atávica de un terror pánico que no cuestiona en absoluto los fundamentos mismos de nuestro pacto con la realidad brutal del capitalismo contemporáneo? ¿De qué formas se acomodan la crítica y la política progresistas de los países avanzados -confortablemente instalados en una división insalvable de riqueza, poder y seguridad respecto al Sur global— a la realidad pétrea de la desigualdad de la economía y la sociedad mundiales? ¿Son la democracia y el fundamentalismo los conceptos que nos permiten pensar las opciones civilizacionales estratégicas de los próximos años, o estos conceptos sobrecodificados tan sólo invitan a una destrucción paroxística de un enemigo imaginario que imposibilita el diagnóstico desapasionado del mundo en que vivimos?

En este libro, Slavoj Žižek penetra agudamente en el trabajo de duelo de nuestros circuitos inconscientes para pactar con lo real tras el impacto inaudito de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y del 11 de marzo de 2004, afirmando con contundencia que únicamente una política a la altura de la desnudez del poder capitalista realmente existente puede librarnos de los atolladeros del neoliberalismo, el multiculturalismo y la deriva etno-nacionalista.
224 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2015
Año de publicación
2015
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Opiniones

  • Anacarsis Ramoscompartió su opiniónhace 5 años
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    💡He aprendido mucho
    🎯Justo en el blanco
    🚀Adictivo
    😄Divertido

    Llevamos 20 años gastando este siglo y es sorprendente como las reflexiones desarrolladas por Zizek en este libro a manera de inauguración del siglo XXI pueden resultar tan cercanas y tan lejanas en el peor de los sentidos.
    La guerra en Siria continua y Estados Unidos no se ha movido un ápice en su idea de propagar una "guerra contra el terrorismo" que le permite tomar todo tipo de acciones violentas sin culpas, como hacer una guerra pero en vez de declararla decir que se está haciendo labor humanitaria. A Bush le querían dar el Nobel de la Paz. La izquierda liberal sigue sin tener ningún tipo de injerencia en el panorámica político mundial, la democracia liberal sigue demostrando su fracaso.
    En momentos en los que la guerra comercial con China se desarrolla a una velocidad incontrolable, es momento de regresar a algunos viejos augurios que este gordo cinéfilo predijo aun sin proponérselo en una nueva etapa de la historia.
    El libro sigue siendo tan actual y pertinente como en su fecha de publicación al español: 2005; lo cual solo puede significar una cosa: vivimos un siglo muy viejo, estancado.
    Humor, sexo (lacaniano) y atentados terroristas: todo lo que una buena película debe contener.
    Recomendación: léelo con un cuaderno de notas a la mano.

Citas

  • Jośe Carrasco Amadorcompartió una citahace 3 años
    La prueba verdaderamente ética no reside en la disposición a salvar a las víctimas, sino además –quizá, en mayor medida– en la determinación inquebrantable a aniquilar a aquellos que las han convertido en tales
  • Anacarsis Ramoscompartió una citahace 5 años
    la misma línea, deberíamos rechazar de forma radical la noción de que la disciplina (desde el autocontrol hasta el entrenamiento físico) constituye un rasgo «protofascista»; el atributo mismo de «protofascista» debería ser abandonado: se trata del ejemplo más típico de un pseudoconcepto cuya función es la de bloquear el análisis conceptual: cuando afirmamos que el espectáculo organizado de miles de cuerpos (o, pongamos por caso, la admiración por deportes que, como el ciclismo de escalada, exigen un gran esfuerzo y autocontrol) es «protofascista», no estamos diciendo absolutamente nada, simplemente estamos expresando una vaga asociación que enmascara nuestra ignorancia. Así, cuando hace algunas décadas las películas de kung-fu se hicieron populares (Bruce Lee, etc.), ¿acaso no era evidente que se trataba de una genuina ideología obrera proveniente de jóvenes cuyo único camino hacia el éxito era el entrenamiento disciplinado de su única posesión: su cuerpo? La espontaneidad y la actitud de «dejarse llevar» por una libertad excesiva pertenece a aquellos que se lo pueden permitir; los que no tienen nada, lo único que les resta es su disciplina. La disciplina corporal «mala», si es que alguna se merece este apelativo, no es el entrenamiento colectivo, sino por el contrario el jogging y el body-building, concebidos como parte de la economía subjetiva de realización de la potencialidad del Yo interior; no es de extrañar que la obsesión con el propio cuerpo de los antiguos radicales izquierdistas sea una parte prácticamente obligatoria de su tránsito hacia la «madurez» de la política pragmática: desde Jane Fonda hasta Joschka Fischer, el «periodo de latencia» entre dos fases aparece marcado por la centralidad que adquiere el propio cuerpo.
  • Anacarsis Ramoscompartió una citahace 5 años
    Es aquí donde deberíamos oponer la genealogía historicista ordinaria (la búsqueda de los orígenes, las influencias, etc.) a la genealogía nietzscheana estricta. A propósito del nazismo, la genealogía ordinaria se caracteriza por la búsqueda del meollo o de los elementos «protofascistas», a partir de los cuales se desarrolló el nazismo (en El anillo de Wagner, el momento en el que Hagen ansía el oro del Rin; cuando el Romanticismo alemán estetiza la política…); la genealogía nietzscheana, por su parte, toma absolutamente en consideración la ruptura constitutiva que se produce en un nuevo acontecimiento histórico: ninguno de los elementos «protofascistas» es fascista per se, lo único que los convierte en «fascistas» es su articulación específica; o, por ponerlo en términos de Stephen Jay Gould, todos estos elementos son «ex-aptados» por el fascismo. En otras palabras, no existe el «fascismo avant la lettre» porque es la propia letra (la nominación) lo que, a partir de un haz de elementos, constituye el fascimo propiamente dicho.

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