había comenzado la era de la conformación de legitimidad mediante aclamación: el nuevo esquema aparece primero en la monarquía plebiscitaria, que quiere vivir del aplauso incesante del pueblo. Más tarde dominan los rituales de la aclamación selectiva, que se organiza en forma de elecciones parlamentarias y continua auscultación de la opinión de las masas por medio de encuestas. La nueva política es hija de la aplausometría.