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Libros
Nazaret Castro,Laura Villadiego

Carro de combate

  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Creer que reciclar resuelve el problema nos desincentiva a tomar medidas encaminadas a la reducción del uso de envases. Porque, además, solemos creer que lo que tiramos en el contenedor para envases termina siendo reciclado, y no siempre es así
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    La FAO calcula que cada año una tercera parte de la producción mundial de alimentos para consumo humano se pierde o desperdicia a lo largo de la cadena. Esto significa 1.300 millones de toneladas de alimentos al año, que servirían para alimentar a 3.000 millones de personas; es decir, que resolverían la tragedia del hambre sin necesidad de aumentar la producción de alimentos.
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    La obsolescencia programada es, tal vez, el mejor y más lamentable ejemplo de este derroche. Es un secreto a voces: los productos se fabrican intencionalmente para que duren menos de lo que podrían y deberían. La finalidad es obvia: que se consuma más. Pero implica también un gasto mucho mayor de recursos naturales, de transporte, de mano de obra sobreexplotada. Un despilfarro absoluto
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    El problema de base es que los diferentes procesos económicos —producción, circulación, distribución y consumo— se ordenan en las sociedades capitalistas en función de un único valor absoluto: el dinero. El criterio monetario es el que indica qué es lo racional, lo eficiente, incluso lo posible. Con unos criterios tan reduccionistas, no sorprende que las sociedades contemporáneas acaben tomando decisiones tan irracionales desde el punto de vista de la conservación de la vida como la obsolescencia programada o la proliferación de embalajes que permanecen unos minutos en nuestras manos y cientos de años en el fondo de los océanos
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Rechazar los productos que perjudican el medio ambiente, los derechos laborales o nuestra propia salud supone dar un paso en contra de lo que Marx llamó la fetichización de la mercancía. (1) Es decir, implica recuperar la conciencia de quién y cómo se hizo ese producto, de quién y cómo lo llevó hasta nuestras manos. Significa, también, volver a pensarnos como productores y como seres que participan de una enorme sociedad planetaria, y no ya como meros consumidores que piensan únicamente en términos de preferencias y deseos, de forma irresponsable, pensando que la mano invisible de Adam Smith (2) vendrá a resolver los desaguisados que nuestra irresponsabilidad genere
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    El movimiento ecologista lo ha resumido en las famosas tres erres: «reducir, reutilizar, reciclar». Suele olvidarse, sin embargo, que esas «erres» están colocadas por orden de importancia: de poco sirve reciclar los embalajes de los alimentos si seguimos consumiendo productos cada vez más innecesariamente envueltos en plásticos y cartones
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Además, el modelo de los grandes distribuidores está vinculado también a la venta de productos sobreenvasados, con los problemas que esto trae, como veremos en el siguiente capítulo. Es emblemático el caso de las frutas y verduras, que en los supermercados, al contrario que en las tradicionales verdulerías, encontramos envueltos en plástico. Y, en general, también promueven circuitos más largos, donde la producción está lejos del consumo y, por tanto, se requiere un mayor gasto en combustible para transportar las mercancías
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    En todos los territorios donde se han expandido, los supermercados e hipermercados han ido de la mano de un crecimiento del consumo de alimentos ultraprocesados, muy dañinos, como ya hemos visto, tanto para la salud como para los ecosistemas. También han llevado a la ruina no solo a los pequeños comercios, sino a pequeños agricultores y ganaderos, que antes vendían su producción para las antiguas tiendas de barrio, pero no llegan a los estantes del supermercado. Además, en un supermercado todo está milimétricamente diseñado para que consumamos más de lo que necesitamos, y ciertos productos en lugar de otros: desde la ubicación de los productos hasta la música o los olores. Por eso tantas veces nos ha pasado que vamos al supermercado a comprar papel higiénico y terminamos olvidándolo, pero nos llevamos una bolsa llena de cosas que no necesitamos. Lo mismo sucede con las ofertas y promociones del tipo 2x1 o 3x2, que nos sugestionan para comprar cantidades que no necesitamos de productos que ni siquiera habíamos identificado previamente como una necesidad
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Acción han señalado la responsabilidad de los grandes grupos de distribución en el aumento sostenido de la diferencia entre el precio que se le paga a los productores y el que terminan abonando los consumidores en el supermercado. La gran distribución se lleva el 60% de lo que pagan los consumidores e impone a los productores agropecuarios márgenes de ganancia que pueden superar el 500%. Por ello las asociaciones de agricultores piden un cambio en la legislación que compense la actual asimetría de poder entre los grandes distribuidores y los pequeños campesinos y garantice precios mínimos justos para los productores
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Pese a sus efectos perversos, el transporte marítimo en contenedores es una de las bases de la economía capitalista en su fase de la globalización. Toda nuestra economía se basa en el transporte en contenedores. ¿Por qué? Porque es barato. Tanto que sale rentable extraer la materia prima en una punta del globo, llevarla al Sudeste Asiático para que sea procesada en una fábrica con bajos costes laborales, y enviar esas manufacturas a otra esquina del planeta
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