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Almudena Grandes

Las edades de Lulú

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Una historia de amor y de sexo que no se resigna a dejar de serlo. Sumida todavía en los temores de una infancia carente de afecto, Lulú, una niña de 15 años, sucumbe a la atracción que ejerce sobre ella un joven, amigo de la familia, a quien hasta entonces ella había deseado vagamente. Después de esta primera experiecia, Lulú, niña eterna, alimenta durante años, en solitario, el fantasma de aquel hombre que acaba por aceptar el desafío de prolongar indefinidamente, en su peculiar relación sexual, el juego amoroso de la niñez. Crea para ella un mundo aparte, un universo privado donde el tiempo pierde valor. Pero el sortilegio arriesgado de vivir fuera de la realidad se rompe bruscamente un día, cuando Lulú, ya con 30 años, se precipita, indefensa pero febrilmente, en el infierno de los deseos peligrosos.
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279 páginas impresas
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Opiniones

  • Christian Maciascompartió su opiniónhace 2 años
    🎯Justo en el blanco

    Una historia de amor, desamor, familia, masoquismo, rebeldía, erotismo... lo que te imagines se puede encontrar aquí.
    No tanto como el Marqués y mejor que las Sombras.

Citas

  • Josué Osbournecompartió una citael año pasado
    Apenas tuve que hacer nada más, aguantar cinco o seis empellones que no habría podido evitar ni aun queriéndolo, porque me mantenía sujeta entre sus piernas, cerrar los labios en torno a la carne pegajosa, percibir su sabor, mi propio sabor, distinto al de antes, y tragar, tragar aquella especie de pomada viscosa y caliente, dulce y ácida a la vez, con un remoto regusto a las medicinas que amargan la infancia de los niños felices, tragar y aguantarme las ganas de toser a medida que avanzaba a través de mi garganta aquel fluido espeso y asqueroso, asqueroso, al que jamás me he acostumbrado ni me acostumbraré, jamás, a pesar de los años y de la firme autodisciplina que imponen los buenos propósitos.
  • Josué Osbournecompartió una citael año pasado
    Era delicioso. Notaba su piel fría y dura, su pecho desnudo —a pesar de lo establecido al respecto, siempre me han repugnado los hombres peludos—, e intuía por primera vez que aquello acabaría pesando sobre mí como una maldición, que aquello, todo aquello, no era más que el prólogo de una eterna, ininterrumpida ceremonia de posesión. La profundidad de ese pensamiento me sorprendió a mí misma mientras rodábamos encima de la cama, que ahora resultaba un reducto caliente y cómodo. Eso que me devolvió a planos menos trascendentales, sugiriéndome que en la calle debía hacer un frío espantoso, idea placentera por excelencia, mientras yo seguía allí, cobijada y segura.
  • Josué Osbournecompartió una citael año pasado
    Sentí un extraño regocijo, sodomía, sodomizar, dos de mis palabras predilectas, eufemismos frustrados, mucho más inquietantes, más reveladores que las expresiones soeces a las que sustituyen con ventaja, sodomizar, verbo sólido, corrosivo, que desata un violento escalofrío a lo largo de la columna vertebral

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