En la colonia penitenciaria

usted dirá algo así como «en nuestra tierra el procedimiento judicial es distinto», o «en nuestra tierra se interroga al condenado antes del juicio», o «en nuestra tierra el condenado conoce la sentencia», o «en nuestra tierra hay otras condenas además de la condena a muerte» o, «en nuestra tierra sólo se torturaba en la Edad Media».

Mucho antes de la Gran Guerra eran conocidas y temidas en toda Europa las colonias penitenciarias que las grandes potencias mantenían en el extranjero.

Memorias de la casa muerta

ley y de las máquinas

mortíferas, Kafka sabía muy bien de qué hablaba.

La conclusión de Heindl fue irrevocable: la vida en la mayor parte de ellas era un infierno, despiadada y cruel.

Heindl contaba cosas espeluznantes en su libro, entre otras, la macabra conversación con un verdugo especia

Su interior era también un páramo en el que sólo se alzaba una máquina mortal que constantemente le punzaba la piel con los propios remordimientos y con los reproches que le hizo su infeliz enamorada.

elaborando expedientes en los que describía accidentes y sus causas y en los que siempre que podía eximía de culpa al trabajador. Por lo demás, han quedado esquemas realizados por él de máquinas que por su mala disposición causaban accidentes. También hay esbozos de mejoras para esas mismas máquinas, trazados por su propia mano

especializado en guillotinar cabezas, que se mostraba entusiasmado con el arte de matar con este artefacto y con la guillotina misma, para la que incluso había proyectado mejoras: la idea de cómo cortar varias cabezas a la vez con una única cuchilla, una guillotina múltiple. El también biógrafo de Kafka, Klaus Wagenbach, señala este pasaje en concreto como una fuente testimonial de En la colonia penitenciaria.