El cuerpo estaba expuesto, en cierto modo les pertenecía, disponían de él, lo torturaban sin tocarlo, le amputaban un miembro o dos por el mero hecho de que no teníamos derecho a cuidado alguno. Pero mi pensamiento debía permanecer fuera de alcance, era mi verdadera supervivencia, mi libertad, mi refugio, mi evasión.