En las noches oscuras puede verse en el campo una luz a lo lejos. Los lugareños se horrorizan y escapan entre rezos y santiguos: saben que es un alma que no ha purgado sus penas, que sigue en el mundo de los
vivos. A esa luz, la llaman el farol del diablo.
María Fernanda
Carnicer es médica. En la ciudad de Corrientes, en los primeros años del siglo xx, no es habitual ni está bien visto que una mujer se dedique a la medicina. Algunos, incluso, en voz baja, la tildan de curandera.
Juan
de Dios Ferrara es mestizo y pertenece a la alta sociedad. Esta
inhabitual conjunción provoca el rechazo de los sectores más
conservadores. A él poco parece importarle; tampoco le importan los
susurros que lo culpan de la inexplicable desaparición de su prometida
días antes de la boda.
Dos personas marcadas por las habladurías,
en la misma ciudad, parece inevitable que se encuentren, que se cuiden
entre sí, que se alíen, que se enamoren. Juntos, deciden poner
distancia de esa ciudad que los juzga y trasladarse al campo.
Allí,
el farol del diablo se le revelará a María Fernanda con una intensidad
cegadora: sueños en los que los ausentes le hablan, el olor pregnante de las rosas muertas que nadie más reconoce, voces que comienzan a habitarla, el misterio de mujeres de la zona que han desaparecido sin dejar rastros.
Entre el terror y el romance, entre la novela
histórica y las tradiciones populares, Adriana Hartwig nos trae una novela singular e inquietante a la vez, con personajes pasionales que transportarán al lector al torbellino de este relato.