Jorge Bucay

Cuentos clásicos para conocerte mejor

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Pocos autores conocen el poder terapéutico y de autoconocimiento que tienen los cuentos tan bien como Jorge Bucay, quien combina la experiencia en la consulta psicológica con un gran talento para recrear las historias clásicas que hemos leído, contado y hecho nuestras.
Leer cuentos, afirma el autor, es “la experiencia literaria primordial”, un encuentro con nuestras ideas y emociones profundas, a la vez que con los valores y conocimientos que han estructurado a nuestra sociedad. Los once relatos presentados en este volumen se complementan con su interpretación tradicional, a la par de una relectura, novedosa y provocadora, que demuestra por qué no han perdido su vigencia. La pasión de Bucay por las historias y su vocación de comprender a fondo la conducta humana se conjugan en un libro inolvidable para leer (y leernos) cada día.
Caperucita le preguntó al lobo como si hablara con su abuelita: —¿Por qué vuelves a leer esos cuentos, si ya te los conoces de memoria?
El lobo se puso de pie y le contestó con voz muy clara: —¡Para conocerme mejor!
Este libro no está disponible por el momento.
342 páginas impresas
Publicación original
2018
Año de publicación
2018
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Opiniones

  • Nicolás Cabreracompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó

Citas

  • Irving Florescompartió una citahace 2 años
    Una vez escribí un poema lleno de cosas encontradas, descubiertas y aprendidas, que hoy quiero compartir contigo con el deseo de que la vida misma te haya enseñado ya estas cosas que yo le decía a mi hija, con emoción, hace casi veinte años:

    Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado...

    a disfrutar del amor,

    a enfrentar tus miedos y confiar en tu fuerza,

    a entusiasmarte con la vida,

    a pedir ayuda cuando la necesites,

    a decir o callar, según tu conveniencia, a ser amiga de ti misma,

    a no tenerle miedo al ridículo,

    a darte cuenta de lo mucho que mereces ser querida,

    a tomar tus propias decisiones,

    a quedarte con el crédito por tus logros,

    a superar la adicción a la aprobación de los demás,

    a no hacerte cargo de las responsabilidades de todos,

    a ser consciente de tus sentimientos y actuar en consecuencia,

    a dar porque quieres, y nunca porque estés obligada a hacerlo.

    Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado...

    a exigir que se te pague adecuadamente por tu trabajo,

    a aceptar tus limitaciones y vulnerabilidades sin enojo,

    a no imponer tu criterio, ni permitir que te impongan el de otros,

    a decir que sí sólo cuando quieras y decir que no sin culpa,

    a tomar más riesgos,

    a aceptar el cambio y revisar tus creencias,

    a tratar, y exigir ser tratada, con respeto,

    a llenar primero tu copa y, después, la de los demás,

    a planear para el futuro sin intentar vivir en función de él.

    Antes de morir, hija mía, quisiera estar seguro de haberte enseñado...

    a valorar tu intuición,

    a celebrar las diferencias entre los sexos,

    a hacer de la comprensión y el perdón tus prioridades,

    a aceptarte así como eres,

    a crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos,

    a no avergonzarte de andar riendo a carcajadas por la calle sin ninguna razón,

    a darte todos los permisos sin otra restricción que la de no dañar a otros ni a ti misma.

    Pero sobre todo, hija mía, porque te amo más que a nadie, quisiera estar seguro de haberte enseñado...

    a no idolatrar a nadie... y a mí, que soy tu padre, menos que a nadie.
  • Irving Florescompartió una citahace 2 años
    Educamos como si cargásemos datos en una computadora y evaluamos su aprendizaje por la fidelidad de sus archivos, premiando con una buena nota a los que pueden reproducir mejor lo que se les dijo o lo que han leído en sus manuales.

    El proceso de aprendizaje debe centrarse en la comprensión y la experimentación de lo aprendido, más que en la simple acumulación de datos, y es allí donde la tarea de los padres es fundamental e irremplazable.
  • Irving Florescompartió una citahace 2 años
    El ideal del alumno es aquel que participa activamente preguntando, cuestionando y desafiando a sus maestros, poniendo en acción sus aptitudes personales hasta conseguir transformarlas en un talento o en un aprendizaje.

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