La lluvia antes de caer

Fue una semana antes de que cumpliera diecisiete años, y casi seis meses después de que yo la viera en Toronto. El 16 de abril de 1992. Ésa es la fecha de la muerte de mi hija.

No es que tu existencia corrija todos esos errores o los anule. No es que justifique nada. Lo que significa (¿ya lo habré dicho antes?, creo que sí, o algo parecido) o, mejor dicho, lo que me hace comprender es esto: que la vida sólo empieza a tener sentido cuando te das cuenta de que a veces (muchas veces, casi siempre) dos ideas totalmente contradictorias pueden ser ciertas.

Yo llevaba diez años o más sin pasar por aquellas carreteras. Me resultaban muy familiares, al mismo tiempo totalmente extrañas y como de otro mundo. No era capaz de reconciliar aquellas dos sensaciones. Recuerdo ese sentimiento (ese pensamiento) perfectamente: el darme cuenta de que a veces es posible (incluso necesario) albergar ideas contradictorias; aceptar la verdad de dos cosas que se contradicen abiertamente.

La vida sin Rebecca era como vivir eternamente a pan y agua. Me parece que es la letra de una canción; a veces me cuesta mucho recordar cuáles son mis propias ideas y cuáles he cogido prestadas de alguna otra parte.

«Ya sé que no existe», dijo. «Por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea de verdad para hacerte feliz, ¿no?»

Es mi lluvia favorita.» «¿Tu lluvia favorita?», dijo Thea. Recuerdo que frunció el ceño sopesando aquellas palabras, y luego exclamó: «Pues la mía es la lluvia antes de caer.» Rebecca se sonrió al oír aquello, pero yo dije (en plan pedante, supongo): «Pero, cielo, antes de caer, en realidad no es lluvia.» Y Thea me dijo: «¿Y entonces qué es?» Y yo le expliqué: «Pues es sólo humedad. Humedad en las nubes.»

Bailero» se titula, una canción de amor muy bonita, muy lenta y muy triste

Michael Powell y su película Corazón salvaje.

Esta fotografía evoca todo eso. Y, sin embargo, a veces las imágenes que recordamos, las que llevamos en la cabeza, pueden ser más vívidas que cualquier cosa que pueda registrar una cámara en un rollo de película.

Dicen que un instante y la eternidad se confunden cuando experimentas una emoción intensa,