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Alfred de Musset

Obras ─ Colección de Alfred de Musset

  • -moon. 78compartió una citahace 4 años
    -Hermosa Gourouli -le contesté- usted es buena, dulce y encantadora; quisiera vivir y morir por usted. Pero usted es de color de rosa, ¡y tanta felicidad no está hecha para mí!
  • -moon. 78compartió una citahace 4 años
    -¡Adiós, extranjero tan gentil y tan fastidioso! -dijo-. Me llamo Gourouli; acuérdate de mí.
  • -moon. 78compartió una citahace 4 años
    Yo no sabía aún lo que es el amor, pero mi corazón latía intensamente. Dividido entre dos emociones distintas, me encontraba penetrado de un encanto inexplicable. Mi panetera era tan alegre, mi escanciadora tan comunicativa y tan dulce, que me habría gustado desayunar así por toda la eternidad. Desafortunadamente, todo tiene un final, incluso el apetito de un convaleciente. Una vez terminada la comida y con mis fuerzas recuperadas, satisfice la curiosidad de la pequeña urraca, y le conté todas mis desventuras con la misma sinceridad con la que lo hice la víspera ante el palomo mensajero. La urraca me escuchó con más atención de la que cabría esperar de ella y la tórtola me dio muestras encantadoras de su profunda sensibilidad. Pero, cuando llegué al punto capital que causaba mi dolor, es decir, a la ignorancia de quién era yo:
  • -moon. 78compartió una citahace 4 años
    -¡Ah, Dios mío!, pobre niño, ¿qué está haciendo ahí? -me preguntó con voz alegre y melodiosa.

    -¡Ay!, señora marquesa -contesté, porque me pareció que debía ser marquesa por lo menos- soy un pobre diablo viajero que su postillón ha dejado en el camino, y estoy a punto de morir de hambre.

    -¡Virgen Santa!, ¿qué está diciendo? -contestó.

    E inmediatamente se puso a buscar aquí y allá entre los arbustos que nos rodeaban, yendo y viniendo a un lado y a otro, trayéndome gran cantidad de bayas y frutas, con las que formó un montoncito cerca de mí, mientras continuaba con sus preguntas.
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