Así es. Entonces, tú y tu hermano llegaron a la fiesta y, en cuanto entraste por la puerta, Liam se te quedó viendo sin apartar la mirada. Literalmente no podía quitarte los ojos de encima. Tú sonreíste y le deseaste un feliz cumpleaños, pero él ni siquiera te pudo contestar, así que te fuiste a bailar. Él me volteó a ver y, ¿sabes lo qué me dijo? —preguntó. Suspiró con melancolía y sus ojos se llenaron de lágrimas. Yo negué con la cabeza. «¿Qué demonios va a decirme? Esto me está asustando un poco»—. Dijo en un tono completamente serio: «Mamá, ¿estoy muerto?». Yo le respondí: «No, amor, no estás muerto». Entonces él movió la cabeza y pareció desconcertado. Luego señaló hacia donde estabas bailando y dijo: «Si no estoy muerto, entonces ¿por qué hay un ángel en la casa?» —terminó de relatarme Pat y juntó las manos muy sonriente.