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Valerie Mason-John

Mindfulness y adicción

  • Francisco Ignacio Justiniano Rioscompartió una citahace 4 meses
    Si nos limitamos a vivir solo en la tristeza y el remordimiento, es probable que nos quedemos inmovilizados y estancados en el ciclo.
  • Francisco Ignacio Justiniano Rioscompartió una citahace 4 meses
    Donde hay dolor hay ganancia. ¿Por qué decimos esto? Bueno, no hay razón para cambiar si siempre nos sentimos bien. Muchas veces escuchamos a personas que dicen que primero debes caerte de culo antes de que puedas cambiar tus hábitos adictivos.
  • Francisco Ignacio Justiniano Rioscompartió una citahace 4 meses
    Aunque es un lugar de dolor, nos puede parecer atractivo porque nos hace sentir que no podemos hacer nada, que estamos indefensos. Así, evitamos tomar medidas y trabajar sobre nuestra enfermedad. O quedarnos en una relación destructiva. Es desagradable, estamos llenos de autocompasión y no podemos hacer nada al respecto.
  • Francisco Ignacio Justiniano Rioscompartió una citahace 4 meses
    Las cosas buenas de nuestra vida están teñidas de una conciencia de que no durarán para siempre.
  • Francisco Ignacio Justiniano Rioscompartió una citahace 4 meses
    El fundador de Mindfulness, Shakyamuni, nos dejó la enseñanza de los dos dardos. Nos enseña que el dolor es inevitable pero que el sufrimiento es opcional. Nos enseñó que, si nos alejamos de nuestro dolor, este se multiplicará, se convertirá en un pensamiento, en una emoción y en una narrativa sobre el dolor, que solo generará más sufrimiento.
  • Francisco Ignacio Justiniano Rioscompartió una citahace 4 meses
    En la reflexión que cierra este capítulo nos centraremos en la enseñanza impartida por el gran monje budista Dogen, que vivió en Japón en el siglo XII11. Una vez escribió: “Cuerpo como la montaña, corazón como el océano y mente como el cielo”. Esta enseñanza nos ayudará a volvernos hacia nuestras emociones con calma.
  • Francisco Ignacio Justiniano Rioscompartió una citahace 4 meses
    Imagínate que un día no pudieras encontrar el camino de vuelta a casa donde te esperan tus seres queridos. ¿Imaginas qué traumático sería? Pues es el mismo trauma que experimentamos cuando, después de abandonar en su día nuestro cuerpo, no podemos encontrar el camino de regreso.
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