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Libros
Rafael Chirbes

Los disparos del cazador

  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Durante las horas de la noche, escribo sentado en la cama, y en no pocas ocasiones me pregunto para qué me impongo una disciplina que no me resulta fácil: es lo mismo que preguntarme quién es el destinatario de mi esfuerzo
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Más adelante, y ya sin un motivo concreto, empezamos a acostarnos en habitaciones separadas. Cuestión de comodidad, o de hastío, que viene a ser lo mismo
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Ni siquiera los cementerios son seguros, sometidos al crecimiento de las ciudades. Me da por pensar esa tarde que es posible que la pobre Julia tuviera razón: mejor el fuego y el agua que ese silencio húmedo del panteón, ese pudridero inútil
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Burdeos me pareció una ciudad sobrecogida entre sus edificios de piedra. Allí todo se entregaba al silencio: las columnas grises, el cielo encapotado, los árboles que fueron perdiendo sus hojas, el agua rojiza bajo el puente. Después del impacto que me produjo la sustitución del entorno familiar y mediterráneo por aquel de piedra y silencio, se inició en mí una larga etapa en la que fui cambiando el gusto de los paisajes inmediatos, táctiles, de los colores violentos y los ambientes ruidosos, por el aprecio de los tonos intermedios, del silencio y de una cierta distancia con respecto a los objetos y a la gente. Digamos que dejé de ser el niño que alargaba el índice para tocar todas las cosas y que empecé a entender que hay una belleza o un sufrimiento que conviene mantener alejados de nosotros
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Ese huir de la verdad ha caracterizado siempre su trayectoria. Nunca ha querido saber que la vida es una confusa mezcla de violencia y piedad y que los campesinos matan para comérselos a los animales que más quieren y que su amor se manifiesta en el momento del sacrificio, de la matanza, con una alegría inocente. Saben que ese animal que les ha alegrado la vista durante meses ahora les alegrará el estómago y le dicen palabras amorosas mientras proceden a desollarlo.
    A mí, la caza me ha puesto en contacto con esos sentimientos primarios, hasta el punto de que, mientras Eva se moría en el hospital, llegué a pensar en cazarme yo mismo, poniéndome un fusil contra el pecho. Creo que fue la reacción noble de un animal que se sentía perdido, pese a que acabara venciendo mi parte más humana, más racional, que no sé si es exactamente la mejor, aunque sí la que me ha obligado a seguir viviendo, a pesar de que ya no me quedan demasiadas ganas. He buscado el apoyo en las muletas de la religión y también en una imagen de mí mismo que no he querido romper. Mi acto no hubiera sido cobardía, bien lo sabe Dios, pero podría haberlo parecido, y eso yo no lo hubiera tolerado. (Le pido a Él perdón por escribir estas palabras, aunque creo que no verá necesario perdonar a quien dice la verdad.)
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Tampoco me ha hecho muy feliz el teatro, con ese crujido de tablas cada vez que los actores dan un paso en lo que se supone que es el comedor de su casa, y esa manera absurda de declararse a gritos el amor y los secretos para que puedan oírlos los espectadores de la última fila. Me parece artificial
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Buscaba –y pagaba– el fulgor de sus cuerpos, la mancha de sus pezones, sus sexos que eran refugios que me salvaban de un dolor indefinido
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Se lo escuché decir en una ocasión a mi suegro: «Uno se pasa la primera mitad de la vida vistiéndose, y la segunda desnudándose.» Ahora entiendo lo que quería decir, y sé que uno no se desnuda fácil ni ordenadamente, sino que lo hace con brusquedad, dejándose jirones sobre el cuerpo. A esos pedazos que se nos enredan entre las piernas y nos impiden caminar con libertad en la segunda parte de nuestra vida los llamamos memoria. La desnudez deseada sería el olvido.
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Aún me la encontré llorando una vez más por aquellos días. La vi de lejos, en el malecón de la Punta Negra, y me acerqué a ella. Estaba de espaldas, inmóvil, mirando en dirección al mar, y cuando llegué a su altura, se volvió. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Me quedé mudo, sin saber qué hacer, pero ella sonrió y me dijo: «Me dolía tanto la cabeza, que he pensado que llorar un poco puede ser buen remedio.»
  • Rafael Ramoscompartió una citahace 2 años
    Pero prefiero volver a Eva. Hasta pocos meses antes de su muerte, la música ocupaba el cenador, se extendía por el jardín, y era como si fuese ella misma la que estuviese ocupando aquellos espacios. Aunque, puesto a pensar, yo diría que eso fue más bien en los primeros años –la música como una forma de ocupación blanda de los territorios que la rodeaban–, y que luego se alteró sustancialmente el significado de su rito, aun siendo en apariencia idéntico. La música se convirtió al final en un manto en el que se envolvía y se guardaba ella misma, un poco como los usuarios del baño turco, una vez concluida la sesión, se envuelven en una toalla o en un albornoz para mantener la temperatura del cuerpo frente a la agresión del clima exterior.
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