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Carmen Martín Gaite

Usos amorosos de la postguerra española

  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    A principios de la década de los sesenta, toda jovencita que se tildara de moderna devoraba la traducción española de un libro publicado en Francia en abril de 1949 por Simone de Beauvoir, la compañera de JeanPaul Sartre. Se titulaba El segundo sexo, y la cosecha de su lectura coincidía con el auge de la música de los Beatles. Empezaba a proliferar el espécimen de la muchacha que iba a bailar a las boîtes, llegaba tarde a cenar, fumaba, hacía gala de un lenguaje crudo y desdolido, había dejado de usar faja, no estaba dispuesta a tener más de dos hijos y consideraba no sólo una antigualla sino una falta de cordura llegar virgen al matrimonio.
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    Más que las trabas que se les ponían a los novios de postguerra para besarse sin remordimientos y tener ocasión de conocer, antes de la boda, sus respectivos cuerpos, considero perniciosas las que se les pusieron, al amparo de la insinceridad, para llegar a ser amigos y conocer sus respectivos deseos, miedos, decepciones y esperanzas. En una palabra, para dejarse querer y ver por el otro en su verdad desnuda, no con arreglo a los datos falsos que se proporcionaban mediante la representación de un papel.
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    A mi modo de ver, aquella represión sexual, aunque pudo efectivamente provocar la infelicidad de muchos matrimonios, no era ni mucho menos tan grave como otro fenómeno más desatendido y subyacente al primero: el de la represión de la sinceridad entre los hombres y mujeres a lo largo de los años de trato que jalonaban su permanencia en aquella «escuela del noviazgo» tan decantada.
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    Parece como si se quisiera sentar el postulado de que lo sexual, en principio, es malo ... El sacramento del matrimonio resulta forzosamente menospreciado y reducido al triste papel de una tolerancia excepcional, una salvedad, algo así como una «vista gorda» de Dios ... Prueba de ello es la costumbre, existente todavía en muchas congregaciones de «hijas de María», de expulsar de su seno a las que contraen matrimonio ... Tengo referencias de que en alguna congregación esa expulsión se lleva a cabo, además, de forma pública y vejatoria, quitando a la novia la medalla en pleno altar y apenas ha pronunciado el «sí, padre».48
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    Las mujeres devotas y burguesas de las últimas cuatro o cinco generaciones, víctimas del pseudoespiritualismo erótico y «rosa» del siglo XIX, adoptaron ante el problema sexual la actitud del avestruz, defendiendo con tenacidad el ideal de lo que dieron en llamar «inocencia», ... ignorancia a ultranza de todo lo relacionado con el sexo, por considerarlo en principio feo, malo, e inconveniente... Parece como si se quisiera sentar el postulado de que lo sexual, en principio, es malo
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    Las mujeres devotas y burguesas de las últimas cuatro o cinco generaciones, víctimas del pseudoespiritualismo erótico y «rosa» del siglo XIX, adoptaron ante el problema sexual la actitud del avestruz, defendiendo con tenacidad el ideal de lo que dieron en llamar «inocencia», ... ignorancia a ultranza de todo lo relacionado con el sexo, por considerarlo en principio feo, malo, e inconveniente... Parece como si se quisiera sentar el postulado de que lo sexual, en principio, es malo
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    existía la convicción, respaldada por la sabiduría popular, de que el hombre acababa despreciando a la mujer que se rendía a sus insistentes requerimientos de intimidad. «El que en la calle besa, en la calle la deja», rezaba un refrán que estaba en boca de todas las madres. Hace
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    una lucha difícil y que a veces duraba años, porque los noviazgos de la postguerra solían ser muy largos. Y había que poner las cosas en claro desde el principio, porque ya se sabía que al hombre que se le daba el pie se tomaba la mano y siempre iba a estar dispuesto a pedir más. Las primeras condescendencias eran, pues, las peores.

    Es muy difícil aconsejarte ahora, porque el «usufructante» se ha acostumbrado a tus condescendencias. Pero mucho se puede conseguir evitando ocasiones, buscando temas de conversación que no sean apasionados, etc.34

    La verdad es que
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    la esforzada labor de la novia decente era, desde entonces, frenar los excesos de pasión de él, no permitirle que le dijera cosas subidas de color, ni que bailara demasiado apretado ni que la quisiera llevar de paseo al atardecer a parajes demasiado solitarios. Era
  • Luis Alberto Barqueracompartió una citahace 3 años
    Diez años de diferencia no están mal entre hombre y mujer, siempre, naturalmente, a beneficio de ella. Realmente el caballero debe tener la cabeza más sentada y los gustos más consolidados que su media naranja, y además conviene que se ponga viejo antes, porque así nos dan cierto margen de
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