Los de “El cuarteto” han sido amigos desde la universidad: cuatro hombres, cuatro mujeres, cuatro parejas. Se casaron aproximadamente al mismo tiempo, tuvieron hijos aproximadamente al mismo tiempo y ahora, quince años después, también comenzaron a divorciarse aproximadamente al mismo tiempo. Con tres de las uniones desmoronándose a su alrededor, Jessica y Mitch Butler examinan detenidamente su propio matrimonio. ¿Puede salvarse? ¿O el divorcio, como un virus zombi de cuarenta y tantos, es simplemente ineludible? Para maximizar sus posibilidades de inmunidad, Jessica y Mitch intentan algo radical. Los divorcios de sus amigos tenían que ver principalmente con el sexo: tenerlo, no tenerlo, querer tenerlo con otras personas, entonces deciden relajar algunas cosas. Se discuten los términos, se establecen las condiciones y juntos se embarcan en el gran experimento de tomar su matrimonio funcional y feliz y romper algunas reglas muy serias. Jessica y Mitch están convencidos de que han dado con la siguiente evolución del matrimonio. Pero a medida que cruzan las fronteras, comienzan a preguntarse si han cometido un gran error.
