Los que buscan reducirlo todo al poder olvidan formular la pregunta: ¿poder para qué? ¿Es deseado per se o es una mercancía intercambiable que se puede convertir en otros bienes? Dudo seriamente que sea lo primero: ¿podemos entender los motivos de Lutero para iniciar la Reforma protestante o los de los padres fundadores estadounidenses sin tener en cuenta los fines que intentaban alcanzar, para los que el poder era solo un medio? Si, por otra parte, el poder es simplemente una mercancía intercambiable que se persigue como un medio para conseguir otros fines, entonces no se ha desarrollado una teoría de la historia al enunciar que todo el mundo busca el poder. Si no existe un análisis de los fines, este enunciado pasa a ser tautológico, exactamente igual que los de los economistas que definen la «utilidad» con rasgos tan generales que incluyen cualquier fin que persigan los seres humanos.