Durante el siglo XIX, tuvieron que adecuarse a la demanda de llegar a ser “obras maestras” y de “inscribirse” a nivel regional y mundial, cuestión que produjo en ellas extrañas soluciones, infelices efectos de grandiosidad o felices efectos de interrupción de las convenciones académicas, que fueron enjuiciados y tuvieron efectos de recepción en su propia época (…) Josefina de la Maza encuentra un inédito punto de anclaje en la noción de mamarracho, una categoría interpretativa que incorpora un aire de época al tratamiento de su objeto y que, si bien emerge del ámbito chileno, resulta productiva para pensar también la pintura decimonónica de Latinoamérica, e incluso más, el arte “malo” en contextos denominados periféricos o postcoloniales. -Ana Marí Risco.