proliferación, derroche, el gasto hipertélico propio del barroco. Una economía basada no en la austeridad o la pobreza, sino en la multiplicación de los panes y los peces, en la transformación del agua en vino para que ojalá el pueblo celebre.
Lo abigarrado no es el truco del mestizaje como mecanismo de despojo.
Lo abigarrado es lo que se junta no desde una supuesta fuerza orgánica esencial, sino precisamente gracias a la separación entre las partes. Es la fisura, el borde mal cortado, nuestro contorno lleno de rebabas, lo que nos mantiene unidos.
Lo abigarrado, por cierto, coincide con lo ch’ixi, un concepto elaborado por Silvia Rivera Cusicanqui a partir de los sistemas visuales del tejido aymara: