«El establecimiento del vínculo entre psicoanálisis y adolescencia ha tenido una evolución lenta; durante el siglo xx la adolescencia se delimita progresivamente como objeto de estudio independiente para el psicoanálisis, a medida que algunos analistas encuentran las especificidades intrapsíquicas que la diferencian de la infancia y que impiden reducirla a los efectos inmediatos de los cambios fisiológicos de la pubertad o al resultado de influencias culturales o sociales particulares. Los conflictos del adolescente con sus padres y figuras de autoridad, que se expresan en la rebeldía, el oposicionismo y el desafío, están relacionados, desde un punto de vista psicoanalítico, con la actualización de los conflictos edípicos. Es en razón de esta concepción que el psicoanálisis aporta una explicación específica y distinta a aquella que formulan otras disciplinas psicológicas o sociales acerca de las luchas intergeneracionales. Lejos estamos de pensar ahora, como en los primeros tiempos de la Sociedad de Viena, que la adolescencia podría sobrellevarse sin conflictos si la ausencia de prohibiciones internas para la relación heterosexual y la satisfacción pulsional estuvieran garantizadas por circunstancias sociales favorables.
Adolescencias, recorridos y contextos. Una historia de sus concepciones psicoanalíticas permite, tanto al novel estudioso como al más experimentado, un acercamiento histórico y sistemático a la producción psicoanalítica sobre la adolescencia, ofreciendo un medio de acceso a importantes elementos teóricos indispensables para la reflexión acerca de la juventud.
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