Farsa de amor a la española

Llévame a casa, Aaron Blackford.

–Cuando por fin te bese, no te quedará ninguna duda de que es real.

–Me ganaré la palabra de cuatro letras.

Para quienes persiguen sus sueños, no se rindan nunca.
No somos de los que se dan por vencidos, ¿me escucharon?

Para quienes persiguen sus sueños, no se rindan nunca.
No somos de los que se dan por vencidos, ¿me escucharon

Ella es la mujer con la que planeo pasar el resto de mi vida. Me aferraré a ella todo lo que me permita.

Sí, es ella –respondió en voz alta y mi respiración se aceleró–. La mujer de la que te hablé.

Aaron me miró. Los ojos le brillaban debajo de la luz fluorescente de la habitación.

–Tu Thea –dijo Richard, emocionado. Thea. Ese era el nombre de su esposa. De la madre de Aaron. Lo miré y encontré la sonrisa que había ocultado. Era pequeña y débil, pero suficiente para liberar

Pero tú sí. Tú vales cualquier problema. Me metería en un incendio por ti. ¿No lo ves?

Así que soy yo el que se alegra. El que está jodidamente aliviado porque me llevaras a mí y no a alguien más. Yo soy el que está agradecido.

. Si sigues siendo así de perfecta comenzaré a creer que fuiste hecha para mí.